R. Osiris de León – Cenizas de carbón y contaminación

R. Osiris de León – Cenizas de carbón y contaminación

Por definición las cenizas representan la fracción no combustible de todo material combustible, sea este carbón mineral, carbón vegetal, leña., y donde los principales componentes son la sílice, la albúmina, el trióxido férrico, la cal u óxido cálcico, la magnesia y en menor proporción pequeñas concentraciones de azufre y trazas de metales pesados.

Debido a la gran finura de sus partículas, las cenizas pueden ser fácilmente levantadas y transportadas por el viento, pudiendo acarrear serios problemas respiratorios a las poblaciones cercanas, razón por lo cual es usual humedecer estas cenizas para que se aglutinen con las partículas vecinas, y al tener mayor peso sea imposible que el viento las levante y transporte.

Del mismo modo, si las cenizas son depositadas en un suelo altamente permeable, las lluvias caídas sobre el depósito de cenizas pueden lavar parte de los elementos nocivos y arrastrarlos hasta el nivel freático, contaminando las aguas subterráneas, lo que siempre trata de evitarse.

Por esta razón, en el año 1983, cuando en República Dominicana se construían las plantas térmicas del ITABO, se nos pidió realizar un estudio hidrogeológico detallado de toda la zona de Haina, a fin de identificar tres áreas completamente impermeables que pudieran ser utilizadas como depósitos para almacenar las cenizas producidas por la combustión en las plantas termoeléctricas de ITABO y garantizar de ese modo la protección del importante acuífero de Haina, el cual, ya para ese entonces, era ampliamente aprovechado a través de varios campos de pozos.

Con el paso del tiempo los productores de bloques de la zona y de área vecinas tuvieron conocimientos de las propiedades puzolánicas de estas cenizas y comenzaron a utilizarlas en la fabricación de bloques para la construcción, ya que estas cenizas pueden ser adicionadas en un 15% ó en un 20% al cemento portland gris tipo I, convirtiéndose en cemento portland puzolánico, el cual es más resistente a largo plazo, más impermeable, más trabajable, mejora la plasticidad, es más resistente a los sulfatos y a la aguas agresivas y tiene un calor de hidratación mucho más bajo, lo que evita el agrietamiento producido por las reacciones exotérmicas normales en los cementos portland. Por eso el cemento portland puzolánico es ideal para la construcción de grandes presas de hormigón y autopistas de hormigón hidráulico en zonas húmedas.

Del mismo modo, los constructores locales de carreteras encontraron en estas cenizas un agente estabilizador ideal para las sub-bases de «caliche», ya que la reacción producida entre el carbonato del calcio contenido en el «caliche», ya que la reacción producida entre el carbonato del calcio contenido en el «caliche» y los aluminosilicatos contenidos en las cenizas del carbón contribuían a desarrollar una litificación parcial de la sub-base al tiempo que incrementaba extraordinariamente la plasticidad de la fracción arcillosa, lo que evitaba agrientamientos en períodos de largas sequías, y al mismo tiempo lograba dar mayor durabilidad a la vía.

También estas cenizas dominicanas depositadas en Nigua-Haina han sido utilizadas en el pasado para reducir la cantidad de cemento requerido en las inyecciones de lechadas recomendadas por mejorar las áreas de fundaciones de edificaciones, especialmente cuando el suelo de la edificación está caracterizado por la presencia de múltiples micro cavernas producto de la disolución parcial de la roca caliza que constituye la plataforma sur de la ciudad de Santo Domingo.

De ahí que una cosa es hablar de la contaminación y otra coa es hablar de la toxicidad del rockash depositado en Arroyo Barril, Samaná, ya que aunque en realidad este producto no es tóxico, ni venenoso, su disposición en un ambiente inadecuado y bajo condiciones inadecuadas puede ser contaminante de las aguas superficiales y subterráneas, así como del aire circundante, sin embargo, su utilización en la producción del cemento portland puzolánico, en la estabilización de suelos calcáreos, en la producción de bloques para la construcción, en la inyección de micro cavernas y en otros uso ingenieriles, es técnicamente viable y usualmente recomendado, sujeto a un correcto manejo de la fracción más fina y del contenido de humedad que evite las cenizas volantes.

Lamentablemente, el muelle de Arroyo Barril no es el lugar más aconsejable para depositar estos residuos de cenizas y su colocación allí ha traído serios cuestionamentos que pudieron ser evitados, ya que para mejora la capacidad portante de la entrada al muelle de Arroyo Barril no era necesario traer estos residuos desde una isla vecina, sinó que bastaba con utilizar las calizas recristalizadas, de muy alta calidad, que hoy día son explotadas en Majagual de Samaná, a muy corta distancia de Arroyo Barril (apenas 8 kilómetros), y cuyo costo por metro cúbico puesto en obra es muy inferior al costo del flete del rockash.

Creemos que quienes trajeron este residuo al país mostraron a las autoridades de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales los aspectos nobles de las cenizas, pero obviaron mostrar los aspectos negativos que se generan cuando estas cenizas son mal depositadas, mal manejadas o dejadas abandonadas en lugares susceptibles de contaminación. Arroyo Barril no era el lugar adecuado para disponer de estas cenizas.

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