R. Vidal Martínez – La reconciliación reformista

R. Vidal Martínez – La reconciliación reformista

El Partido Reformista, la fuerza política más influyente de la República Dominicana desde la desaparición de Trujillo, que ha gobernado el país durante 22 de los últimos 38 años, se halla al borde de la desintegración.

Contrariamente a lo que se dice, esta crisis no es consecuencia exclusivamente de la derrota en las elecciones que acaban e efectuarse el 16 del pasado mes de mayo. La crisis viene de lejos, y se está fraguando desde hace años, aunque las pasadas elecciones han creado el detonante para acelerarla.

En el año 2001 se le sugirió al doctor Balaguer que se modificara la estructura y los mandos del Partido, para lo cual se creó una nueva Comisión Ejecutiva de 50 miembros la cual se escogió de manera que constituyeran una mayoría mecánica que permitiera tomar cuantas medidas quisieran imponer un grupo determinado. Para formar dicha Comisión se ignoraron muchos de los principales dirigentes tradicionales y se incluyeron otros que ni siquiera eran miembros activos del Partido hasta ese momento, con la única intención de tener una mayoría comprometida con los intereses de algunos colaboradores del presidente Balaguer, quien ya sufría de una indefensión propia de su elevada edad y de sus problemas de salud.

A partir del lamentable fallecimiento del doctor Balaguer, el 14 de julio del 2002, esta Comisión Ejecutiva, sin las limitaciones que le imponía la reconocida moderación del líder, comenzó a tomar una serie de decisiones desafortunadas que culminó con las primarias del 30 de marzo del 2003, las cuales llevaron la división y el caos al Partido, por no crear la transparencia necesaria para que todos los reformistas aceptaran los resultados de esa consulta como la genuina expresión de la voluntad mayoritaria.

Se sugirió que se repitieran las primarias en su totalidad o en algunos lugares del país, pero la Comisión Ejecutiva se negó a considerarlo, se pidió que se aplazara el veredicto hasta que se aclararan los hechos, pero la Comisión volvió a negarse. Es decir, se pidió a una parte equivalente a la mitad del Partido, que se rindiera incondicionalmente, lo cual significaba una verdadera falta de visión política.

Luego, durante casi un año, se estuvo solicitando que se convocara una Asamblea para someter a la consideración del Partido la ratificación de la candidatura del ingeniero Eduardo Estrella y la constitución de la dirección del Partido. El suscrito solicitó personalmente a Rafael Bello Andino y a Eduardo Estrella que celebraran dicha convención, con el convencimiento de que la candidatura sería ratificada, pero con la opinión de que era necesario someterse a esa prueba para garantizar la unidad del Partido, porque si la candidatura y la dirección del partido no eran ratificadas, las mismas entonces debían ser rectificadas.

Ahora están las lamentaciones, y se quiere seguir cometiendo errores, expulsando dirigentes valiosos y tomando toda clase de medidas descabelladas, en lugar de reconocer que todos los reformistas somos responsables de una manera u otra del descalabro del Partido, pero aceptando también que la mayor responsabilidad recae sobre los que asumieron la dirección de la organización, y son por tanto ellos que deben reaccionar haciendo lo necesario para que el Partido no perezca en sus manos.

Creo que lo primero que debe hacer Rafael Bello Andino es convocar la Comisión Ejecutiva para dejar sin efecto todas las expulsiones y sometimientos realizados, y por el contrario invitar a todos los reformistas a una reconciliación completa como lo hubiera querido Joaquín Balaguer si todavía viviera, y convocar una Asamblea realista, sin la interferencia el gobierno de Hipólito Mejía ni de los funcionarios y amigos de este gobierno que han hecho tanto daño a la organización, ni con la posible intromisión del próximo gobierno que presidirá Leonel Fernández.

Si contrariamente se insiste en las expulsiones, en la designación de funcionarios del partido por amiguismo, en la realización de asambleas amañadas con el propósito de mantener el control de los principales organismos de la institución, en fin, si la reconciliación no se materializa, entonces la suerte futura del reformismo será incierta…

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