Rabia en Haití por desalojo de viviendas precarias en laderas de la capital

<STRONG>Rabia en Haití por desalojo de viviendas precarias en laderas de la capital</STRONG>

PUERTO PRÍNCIPE, (AFP).- El plan de desalojo de los residentes de asentamientos precarios ubicados en las laderas alrededor de la capital de Haití provoca airadas protestas entre los que quieren quedarse a pesar del riesgo, tras el devastador terremoto de 2010 en esta nación caribeña.

Puerto Príncipe actúa como un imán en un país extremadamente pobre, golpeado hace dos años y medio por un violento sismo que dejó 225.000 muertos y 1,5 millones de desplazados, uno de cada seis habitantes.

Los haitianos acuden a la capital desde las zonas rurales gravemente deforestadas y degradadas con la esperanza de encontrar trabajo para mantener a sus familias. Sin embargo, el 80% de las personas en la capital viven por debajo de la línea de pobreza, muchos en tiendas de campaña o en destartaladas viviendas ubicadas junto a peligrosos barrancos.

Algunos barrios marginales están construidos en zonas inundables y corren riesgo de ser arrastrados por las tormentas. Muchos de estos asentamientos carecen del saneamiento básico, haciendo que sus habitantes sean más vulnerables a contraer enfermedades infecciosas, como la epidemia de cólera, que se ha cobrado más de 7.500 vidas desde que azota al país tras el terremoto.

Por todas estas razones, ha habido iniciativas desde hace tiempo para trasladar a los habitantes de estos asentamientos a zonas más seguras. Cuando ocurrió el terremoto y la comunidad internacional puso el foco en Haití, estas llamadas se convirtieron en un clamor.

Sin embargo, muchos habitantes de estos asentamientos se niegan a irse. Muchas de las alternativas de vivienda que se les ofrecen están fuera de la capital, lo que significaría menos oportunidades de encontrar trabajo. «Yo nací aquí», dijo a la AFP William Jean, de 62 años, sentado frente a su pequeña vivienda en el barrio «Jalousie».

«Al principio, sólo había unas pocas casas», contó. En tiendas de campaña o moradas improvisadas hechas de láminas de metal, familias enteras viven en estas miserables barriadas. Cuando llueve y el terreno se inunda, las madres tratan de dormir de pie, con sus hijos aúpa. «Es un asunto delicado», contó a la AFP el ministro de Medio Ambiente, Ronald St-Cyr, añadiendo que «algo debe hacerse».

«Yo nací aquí». El gobierno de Haití lanzó recientemente un programa que promueve el regreso de las víctimas del terremoto a sus barrios originales, con una subvención de alrededor de 500 dólares. St-Cyr propuso nivelar unas 2.000 viviendas cerca de los barrancos más peligrosos y prohibir nuevas construcciones en esos lugares.

Pero muchos vecinos de estos asentamientos están furiosos con los planes gubernamentales y han salido a las calles de Puerto Príncipe para protestar, levantando barricadas con fuego y, a veces, enfrentándose con la policía. «No hay peligro en Jalousie», dice un vecino de esa barriada, Sylvestre Veus, claramente enojado.

 «Sobre mi cadáver van a desalojarnos», afirmó. Una organización que defiende los derechos de los habitantes de Jalousie ha llamado a un diálogo entre los residentes y el gobierno, fomentando al mismo tiempo que las personas que viven en situación de riesgo se muden.

«Todas las crisis socioeconómicas han empujado a la gente a venir aquí, al igual que a otras barriadas de Puerto Príncipe», aseguró a la AFP Sylvestre Telfort. Unas 400.000 personas viven en tiendas de campaña en Haití, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones. «Es a los asentamientos precarios adonde (los políticos) vienen en busca de votantes, después se olvidan», dijo Jocelyn Louis, sentado en su bicicleta.

«Yo digo ‘¡No!’. Nadie puede arrancarnos de aquí». Entre los murmuros de aprobación de quienes lo rodean, Louis acusó al gobierno de Haití de reaccionar con lentitud a la crisis y no respetar «la Constitución, que garantiza la vivienda para cada hijo de este país». Algunos residentes señalaron enojados las lujosas casas cercanas.

«Nos quieren desalojar, pero los propietarios de casas de dos y tres pisos seguirán disfrutando del lugar», explicó una mujer embarazada, señalando las grandes residencias escondidas detrás de altos muros con alambre de púas. El futuro de estos asentamientos es incierto.

Michel Martelly, uno de los músicos haitianos más conocidos, con un colorido pasado como cantante de carnaval, fue elegido presidente en 2011 prometiendo acabar con la desigualdad y la corrupción y ayudar a los pobres. Pero, a pesar de los miles de millones de dólares de ayuda internacional comprometida, los avances han sido dolorosamente lentos.

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