Raciones de vida

Raciones de vida

La Cole, bajos del Yuna, provincia Duarte. El muro de contención “cola de caballo”, construido a finales de la década de los años 90, cedió en cinco puntos diferentes y las desbordadas y embravecidas aguas del río Yuna arrastraron viviendas de madera construidas a escasos metros de la orilla e inundaron una extensa zona de terrenos sembrados de arroz, guineos, plátanos y otros rubros agrícolas.
Los daños ocasionados por las inundaciones en las comunidades localizadas en la parte baja del río Yuna todavía no han sido cuantificadas por las autoridades, pero por la magnitud de los daños se estima que las pérdidas son millonarias. Además, alrededor de 106 familias están aisladas en sus viviendas en la comunidad Los Contreras, donde la vía de acceso para llevar alimentos y agua potable a los damnificados es en yola.
Es una situación dramática, un cuadro de desolación e incertidumbre. Estas familias han permanecido casi seis semanas en completo aislamiento, aunque el nivel de las aguas empieza a ceder, lenta y paulatinamente. La ayuda y asistencia gubernamental llega periódicamente, pero la responsabilidad de alimentar a los lugareños recae sobre la Administración de los Comedores Económicos del Estado, al mando del ingeniero Nicolás Calderón, con vasta experiencia en estos menesteres, pues es la segunda ocasión que desempeña esas funciones.
Desde que inició el drama humano causado por las inundaciones en distintas regiones del país, Calderón tomó personalmente el mando de las operaciones de reparto de alimentos y agua potable, colchones, frazadas y otras ayudas para las familias afectadas. Las cocinas móviles producen alrededor miles de raciones por día.
Una caravana de personas cargadas con raciones de alimentos despierta el entusiasmo de la gente, que aplaude frente al estrecho cuartel de la Armada Dominicana, en señal de bienvenida. Dos alcaldes de comunidades cercanas y el oficial al mando del recinto militar informan a Calderón de la situación. Se organiza el reparto. En el área, un grupo de mujeres se movilizan en el interior de las cocinas móviles, dándole los toques finales al sazón a los alimentos.
Un grupo de hombres jóvenes, empleados de los Comedores Económicos, apoyan el proceso de reparto. Un grupo se encarga de las raciones crudas y las entregan personalmente, casa por casa, bajo la supervisión de los alcaldes de cada comunidad. Pero la parte difícil de la operación tiene sus bemoles, porque un grupo debe trasladarse a la zona inundada y ya han ocurrido accidentes y sustos de brinco y espantos en travesías de yolas que llevan asistencia a las familias aisladas.
Nicolás Calderón, un alcalde, varios empleados de los Comedores Económicos del Estado y un nutrido grupo de periodistas, fotógrafos y camarógrafos de distintos medios de comunicación se lanzan a la aventura acuática en dos viejas yolas, sin motor fuera de borda, para hacer el recorrido. Dos comunitarios se encargaron del trabajo de conducir la embarcaciones siguiendo la carretera, sepultada bajo varios metros de agua.
En el trayecto, se observa a algunos jóvenes pescando, tratando de capturar tilapias usando carnadas de lombriz de tierra, pero la abundancia de peces gatos no permite que ninguna otra especie se alimente. Extensas áreas sembradas de arroz y otros rubros agrícolas permanecen sepultadas bajo agua y lodo. Parte del ganado vacuno se ahogó y en algunos casos desaparecieron, hasta nuevo aviso. La comunicación terrestre también sigue interrumpida hasta Los Peinados, donde el nivel del agua cede lenta y paulatinamente. Pero el acceso a Los Contreras y otras comunidades colindantes con el Parque Nacional de Los Haitises sólo es posible por agua.

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