Racismo 02: Por qué los chinos suelen parecernos todos iguales

Racismo 02: Por qué los chinos suelen parecernos todos iguales

Historia o leyenda, se cuenta que el presidente Toussaint, tratando de disuadir al invasor, hizo desfilar ante el general LeClerc a varios centenares de hombres armados, quienes cambiándose las casacas y  desfilando de nuevo,  parecían muchos miles a un blanco que solo veía negros idénticos. Le ocurre a una persona no habituada a interactuar con las de otra raza o cultura, tener dificultad para diferenciarlos.

Es la familiaridad con determinados rasgos y formas de expresión facial y corporal, lo que nos permite comunicarnos con mayor facilidad. Un caraqueño interpreta el lenguaje corporal de un bogotano mejor que los campesinos de su propio país. La convivencia se basa en expectativas y roles recíprocos y complementarios, y es difícil convivir con personas cuyas conductas uno no puede predecir ni entender. Peor aún si tienen hábitos, costumbres y creencias diferentes. Y todavía más cuando tienen color de piel, tamaño, estructura ósea y muscular, distintos a los nuestros. Tan solo el acto de mirar y configurar en nuestro cerebro un rostro poco común, cuesta un esfuerzo mental.  Y nada de eso es cómodo, ni práctico, ni deseable para establecer una comunicación y una relación duradera.

Pero si ocurriese que ese extraño carece de identificación, y no puedo relacionarlo con una familia determinada o con algún grupo conocido, o esa persona no tiene una propiedad territorial, un hogar, un sitio físico o social, es decir, un status, entonces predecirlo, entenderlo, se hace más laborioso. Si se trata de muchas personas, en conglomerados pequeños o grandes, cuya organización o estructura es inexistente o desconocemos, la cosa es sumamente compleja.

Si esas personas están moviéndose o estableciéndose en su territorio, barrio, o comunidad, y vienen a buscar los alimentos, los empleos, y los servicios públicos que precariamente usted obtiene en su comunidad, entonces no se puede esperar que usted, el residente, se sienta tranquilo o indiferente al hecho. Si eso ocurre en un país en donde la seguridad personal, física, el orden y la justicia no son confiables, usted se sentirá preocupado, aunque tenga muros fortificados y guardianes en su residencia. La conducta de los vecinos de un barrio de Santiago con respecto a una multitud de extranjeros es totalmente natural.

Especialmente porque las autoridades nacionales, de ningún tipo o nivel dan garantías sobre este particular. No somos mejores ni peores que los chinos, los haitianos o extranjero alguno. Y nuestro coeficiente de racismo es menor pero más decente que la mayoría de los pueblos. Y tenemos derecho a saber quién es y qué se propone el que vive en la casa del lado. Si el gobierno no asume su responsabilidad, viviremos experiencias poco deseables.

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