Radiografía de la criminalidad dominicana

Radiografía de la criminalidad dominicana

ROSARIO ESPINAL
Hay alarma nacional por la delincuencia. Son muchos los robos en casas o negocios, atracos a transeúntes para despojarlos de sus bienes, vehículos que desaparecen de las calles, policías que se quedan con autos robados, asaltos a camiones en las carreteras, pandillas que mantienen en terror barrios enteros, delincuentes que cobran peajes en sus zonas de influencia, balaceras y asesinatos por el narcotráfico, traslado de droga por agua y tierra, militares y policías vinculados al tráfico de narcóticos, banqueros que desfalcan el país, empresarios que evaden el pago de impuestos, congresistas que trafican con personas o exoneraciones, políticos que se enriquecen cuando están en el gobierno, etc., etc., etc.

Para enfrentar la delincuencia se ha hablado de mano dura, cero tolerancia, vigilancia ciudadana, mejorar la Policía, reforzar los valores, trabajar con los jóvenes, y sancionar a los corruptos. Para explicar el problema se han señalado más de 30 causas que van desde la desintegración de los hogares hasta los males que nos depara la globalización.

El problema es complejo y ni siquiera 30 razones son suficientes para explicarlo y resolverlo. Pero por su magnitud, vale la pena clasificarlo para entender su complejidad, actuar con eficacia y quizás comenzar a resolverlo.

Hay tres variantes en la criminalidad que azota al país actualmente: 1) la delincuencia de la pobreza, 2) la delincuencia de redes, y 3) la delincuencia de la riqueza. Todas tienen en común que violan las leyes y perjudican la sociedad, pero sus modalidades y soluciones varían.

La delincuencia de la pobreza se expresa fundamentalmente a través de robos y asaltos individuales que atemorizan la población, sobre todo, porque ahora es común utilizar armas de fuego en los atracos. Para enfrentar este tipo de delincuencia es necesario mejorar la situación económica de los pobres, ofrecer mejor custodia policial a la ciudadanía y establecer controles estrictos para el porte de armas de fuego.

En el escenario más optimista, la situación económica de los pobres se podría mejorar a mediano plazo, pero la población espera soluciones rápidas a la delincuencia. Se sabe además que la policía no es eficiente en el cumplimiento de sus deberes, ya sea por incapacidad o complicidad.

Por eso, para combatir este tipo de delincuencia en el menor tiempo posible es necesario reclutar, capacitar y equipar policías honestos. También hay que desarmar la población que porta armas ilegalmente y establecer estrictos controles para el otorgamiento de permisos. Un complemento importante de estas medidas es promover un programa de acción comunitaria en contra de la delincuencia con la colaboración de las escuelas, iglesias y organizaciones sociales. Todo eso debe hacerse sin olvidar que para combatir este tipo de delincuencia es fundamental mejorar las oportunidades de vida de los jóvenes empobrecidos, porque una de sus aspiraciones es adquirir recursos para poder vivir como viven los que no son pobres.

La delincuencia de redes opera fundamentalmente en el robo de vehículos, el narcotráfico y el tráfico de personas. Las redes incorporan distintos criminales en diferentes etapas de los actos delictivos y ofrecen oportunidad de ascenso económico a personas de clase media y baja. Participan también personas vinculadas al poder político y militar-policial que se benefician de las operaciones ilícitas. Y es que estas acciones criminales serían difíciles de realizar sin el consentimiento de sectores de poder porque las actividades delictivas son complejas y extensas en su territorialidad. Es típico también en estas redes que los cabecillas desarrollen lazos sociales con grupos relativamente pobres que reciben beneficios económicos a cambio de lealtad. El apoyo mostrado a Quirino y a Cuboy por sus beneficiarios ilustra el fenómeno.

Para combatir este tipo de criminalidad no es suficiente la vigilancia policial o los enfrentamientos entre policías y delincuentes porque las redes están generalmente bien armadas y tienen seguidores. Es fundamental sanear el estamento político, militar-policial y judicial para evitar que las redes continúen penetrando los órganos de poder público y bloqueando las medidas que podrían debilitarlas.

La delincuencia de la riqueza opera generalmente a través de las instituciones establecidas y se utiliza para acelerar y aumentar los niveles de enriquecimiento de grupos empresariales. El caso de los fraudes bancarios es el más sonado de los últimos tiempos, pero las prácticas son diversas y de larga data. La otra modalidad opera en la esfera política, mediante el uso del poder para el enriquecimiento ilícito.

Para combatir este tipo de criminalidad se requiere que la ciudadanía ejerza una presión fuerte sobre los políticos y funcionarios, de manera que el Estado cumpla adecuadamente con su función supervisora y protectora del bien público.

La alarma por el aumento de la delincuencia en el país se debe a que en los últimos tiempos los tres tipos de criminalidad se han producido simultáneamente, y los delitos se cometen con mayor frecuencia o descaro.

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