La crítica y compleja situación por la que atraviesa el país debe preocuparnos. Y nos preocupa, a unos más, a otros menos, porque a todos, de una forma u otra, nos afecta. No solo el problema del paquetazo fiscal, que pasa por la etapa de la indignación de muchos y la resistencia de unos cuantos, empeñados en denostar y descalificar las protestas y a quienes ejercen su derecho. Preocupa más lo que sigue cuando llegue la etapa del dolor y el pueblo comience a sufrir las carencias, la mengua de la producción, la tendencia alcista de los precios, el desempleo que habrán de acompañar al paquetazo, a menos que ocurra un milagro que la economía no contempla.
¿Qué pasará entonces, cuáles son los vaticinios y las posibles soluciones que los expertos y analistas vislumbran en el corto y mediano plazo? Ese fue el anzuelo que nos tiró a un grupo selecto de amigos, uno de los grandes preocupados por la marcha de los acontecimientos que quiso exponer y compartir sus inquietudes en su acogedora casa de Boca Chica, aromatizada por la presencia de la mujer, de claro pensar y mejor sentir, que no va a la saga de su compañero para ser, con sus ideas, partícipe en las discusiones y degustar la espléndida mesa que disfrutamos sin mancha de pecado.
Planteado el problema y abierto el diálogo, fue interesante e ilustrativo escuchar el discurrir de los presentes, sus opiniones y comentarios acerca de las diversas causas y las alternativas posibles como propuestas para avanzar y dar respuesta al inquietante Qué hacer, formulado por Lenin, líder de la Revolución Soviética.
Cayendo la tarde, hubo consenso, con sus matices, sobre algunos temas debatidos: a) el Presidente Medina es un preso de confianza de Leonel y del ala más perniciosa de su partido, por lo que su accionar en querer cambiar las cosas queda muy limitado. b) el Presidente electo no es víctima ni inocente de la crisis que confronta, la conocía tanto que no sabe cómo resolverla sin afectar la cúpula de su partido. c) El maremoto social desatado, integrado por gente de la clase media y la juventud rebelde, es espontaneo; su objetivo difuso, no obedece ni responde a partido político alguno; carece de un liderazgo carismático capaz de orientarlo y controlarlo, de ahí su vulnerabilidad y enigma. d) El PLD, como fiera herida, se siente acorralado; su líder luce nervioso y errático, lo mismo que sus adláteres y aliados, lo que es mal síntoma para la gobernabilidad; e) el PRD, único partido con un historial democrático de lucha, sigue perdido incapaz de superar su crisis interna y renovar, con caras nuevas, un liderazgo. f) la sociedad civil organizada es aun un eslabón débil, que es necesario fortalecer para preservar la lucha democrática.
Ciertamente no estamos en el pórtico de la revolución que muchos desearían para darle vuelta a la historia.
Estamos peor: enredados en una situación compleja que puede llegar a ser caótica si la fuerza social por el cambio y el castigo de los culpables no tiene respuesta adecuada y los lobos siguen sueltos, sin poder que les frene ni ley que los controle.