Radiografía del Batey
La vida transcurre sin emociones
ni esperanzas de mejor vida

<STRONG>Radiografía del Batey<BR></STRONG>La vida transcurre sin emociones <BR>ni esperanzas de mejor vida

Batey Frías, Monte Plata. Los hijos más pequeños de Pedro Borges, curtido en labores agrícolas en cañaverales que pertenecieron al Consejo Estatal del Azúcar, escuchan con atención y nostalgia las historias de su progenitor sobre las locomotoras que llegaban arrastrando una hilera de vagones vacíos y que retornaban al desaparecido Central Río Haina cargadas de caña de azúcar.

Con una tristeza melancólica, Borges  evoca la época en que haitianos y dominicanos se organizaban  para recorrer los bateyes durante varios días y, en un ambiente de frenesí, romería y bemberria, para disfrutar  de uno de los pocos momentos de gozo para los residentes en los bateyes: el gagá,  una expresión afro religiosa haitiana adaptada a las condiciones especiales de existencia de sus cultores originales en el batey dominicano.

De hecho, todas las personas de los bateyes disfrutaban del gagá. Las cosas cambiaron. Actualmente la gente se entretiene escuchando bachatas, jugando dominó y tentando a la suerte apostando a los números de las tantas loterías del país. “Esas son historias. Ahora los tiempos cambiaron.  Después que desapareció la caña en estos bateyes no aparece nada para uno darle de comer a su familia, ni siquiera echar un día por trescientos pesos. La gente que vivimos aquí es por la gracia de Dios”, precisa Borges.

Los niveles de exclusión y marginalidad de los habitantes de los bateyes sobrepasan los límites de la imaginación. La rutina cotidiana de sobrevivir en medio de tantas precariedades se repite día a día. La vida transcurre sin emociones, sin expectativas ni esperanzas de mejoría.

Los viejos barracones que construyó el CEA para trabajadores y empleados de la empresa se fueron a pique. Las carcomas y otras especies de insectos coleópteros se han encargado, con el paso del tiempo, de roer y taladrar la madera. Incluso las letrinas se fueron a pique. Las personas hacen sus necesidades “a campo abierto”, en el entorno de las viviendas. Alimentarse es un problema que enfrentan cada día estas familias, porque, ¿de dónde obtienen los recursos para consumir alimentos con vitaminas necesarias? Cocinan “lo que aparece” con leña o charamicos que recogen en bosques cercanos. Pica-pica, sardinas, salchichón o arenque suele ser “la metura” que acompaña el almuerzo, que en la mayoría de los casos es desayuno, comida y cena.

En algunos hogares se consume carne de pollo una vez por semana y carne roja a final de mes. ¿Pescados y mariscos? Es comida gourmet. Algunas personas bromean y dicen que no tienen recursos para adquirir esos alimentos, pero ocasionalmente le echan un vistazo en revistas y ediciones atrasadas de periódicos.

“Yo tengo 75 años y vivo de lo que me dan mis hijos. En estos bateyes la gente se muere de hambre, porque no hay trabajo, ni hay comida, ni del Gobierno vienen a ayudarnos. Es como si uno no existiera en este mundo. Cuando joven tuve que picar caña y cocinarle a los trabajadores, pero ya no tengo fuerzas para trabajar”, se lamenta Estebanía Brazobán.

La caña desapareció. Las tierras fértiles en la que trabajaron duras jornadas pasó a mano privadas. Ahora los nuevos dueños son gente que nunca vivieron por allí. Llegaron, alambraron y se convirtieron en dueños de grandes extensiones de terrenos del CEA y el CEAGANA. Los cañaverales dieron paso a terrenos ociosos, de pastoreo y para construcción de casas de veraneo.

“Moriría contento y feliz si una gente del Gobierno venga al batey y nos traiga alimentos y la buena noticia de que nos van a dar la pensión que merecemos por los años de trabajo en el CEA”, comenta Agapito Herrera. Cuando alguien muere en uno de los bateyes de Monte Plata, la comunidad se une y colecta entre los vecinos para comprar el ataúd, café y azúcar.

A pesar de la pobreza que llevan en la sangre, los residentes en estos bateyes son solidarios.

Las frases

Oscar Espinal:

Este Gobierno esperará que todos esos viejitos se vayan muriendo uno a uno sin otorgarle las merecidas pensiones, mientras los congresistas disfrutan del Barrilito y el Cofrecito”…

Elka Scheker:

Esto que está haciendo el Gobierno con esta pobre gente de los bateyes del CEA es sencillamente inaceptable, inexplicable e inexcusable. Es una injusticia y la sociedad debe unirse a los reclamos de estos infelices”.

Karla Alonso de Garrido:

¡Dios mío! Lo grande es que sabe Dios quién o quiénes en las instancias del Gobierno se estará beneficiando con el dinero de esta pobre gente que dejaron parte de su juventud y de su esfuerzo en los cañaverales”.

Una amarga cronología

-10 de enero, 2012.  Decenas de cañeros, viejos y enfermos en su mayoría, protestaron frente a la sede del IDSS en reclamo de que se atienda más de 7,800 solicitudes de pensiones depositadas en la institución desde hace varios años.

-17 de mayo, 2012. A tres días de las elecciones, extrabajadores del CEA protestan frente al Palacio Nacional porque el Gobierno no ha cumplido su promesa de otorgar las pensiones. Días antes el Poder Ejecutivo había anunciado que jubiló y otorgó pensiones a 2,185 trabajadores del CEA, mediante el decreto 245-12. Sin embargo, los reclamantes aseguraron que solo hay 19 de ellos y que los demás “son amigos de funcionarios y legisladores”.

-27 de junio, 2012. Nueva protesta de los cañeros. El Gobierno prometió, por cuarta  ocasión este año, cumplir con la entrega de las pensiones que por ley les corresponde. Los reclamos han sido reiterativos durante los últimos 13 años.

-19 de septiembre, 2012. Cañeros de Monte Plata y otros lugares del país protestan frente a la sede del Ministerio de Hacienda. Reclaman que se les otorguen 2,543 pensiones pendientes.

-8 de Octubre, 2012. Antiguos trabajadores cañeros  protestaron  frente al Congreso Nacional en demanda de sus respectivas pensiones. Exigen cumplir con el 245-12.

-19 de octubre, 2012.  Cientos de obreros que dedicaron años al trabajo agrícola en los cañaverales del CEA se concentraron en el parque Independencia y de allí realizaron  una marcha-protesta hasta el Palacio Nacional,  en reclamo de sus pensiones.

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