Rafael César Hoepelman – Cartas al director

Rafael César Hoepelman – Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Se trataba de un jóven de baja estatura, flaco, piel negra y cabello crespo, a quién todos en el barrio le llamaban Media Vuelta, aunque ignoro el porqué del apodo.

Tal vez porque algunos de los choferes de los minibuses que cubren la ruta entre el barrio La Yuca, de Los Ríos, y la avenida Duarte, le daban un chance para que ocasionalmente manejase una de las guaguas, y pudiese ganarse alguna chiripa, en las que a veces fungió también de cobrador.

Sin domicilio conocido y sin un trabajo fijo, Media Vuelta a veces dormía en una de las guaguas destartaladas, que están abandonadas en la terminal de la ruta, frente al cuartel policial de Los Ríos.

Un día supe que Media Vuelta estaba grave en el hospital Francisco Moscoso Puello, ya que había sido gravemente herido por un hombre que le dió varias puñaladas, porque alegadamente este lo había chivateado con la policía, en relación con un robo ocurrido en el sector.

Media Vuelta logró sobrevivir al ataque de que fue víctima mientras dormía, y volvió a su rutina diaria en Los Ríos, de donde a veces desaparecía, porque la policía lo buscó, en más de una oportunidad, para investigarlo, en relación con denuncias sobre hurtos más o menos graves, pero de las que siempre se libraba por falta de pruebas.

Coincidía con el individuo en uno de los colmados del barrio y en más de una ocasión accedí a su petición de que le regalase diez pesos, para poder comerse un pan con salchichón, como cena, y única comida del día.

El pasado lunes en el barrio se regó la noticia de que en un callejón, entre la iglesia católica y el liceo secundario, una patrulla de la policia había matado a Media Vuelta, dandole varios balazos.

La noticia me apenó, porque al márgen de si había o no cometido algún hecho delictivo, la verdad es que nada autoriza a la policía a ejecutar a infelices hijos de Machepa, los humildes, los del montón nacidos, como cantara el poeta Federico Bermúdez, en una labor de profilaxis social que no contemplaba ni la Constitución, ni en las leyes de la República, pero que se ha hecho práctica viciosa en esta y la anterior jefatura de la institución del órden.

Finalmente me enteré de que como nadie reclamó el cadáver, Media Vuelta fue enterrado al mediodía del miércoles, en una fosa común del cementerio Cristo Salvador, junto a otros cinco cuerpos sin identificar, que ya no podían permanecer por más tiempo en el Instituto de Patología Forense, por su estado de putrefacción, debido a la crísis energética.

Triste final para la existencia de un infeliz ser humano, digno de conmiseración, víctima de las injusticias que esta sociedad prohija, donde reales o supuestos delincuentes son baleados mortalmente, y un banquero desfalcador de decenas de miles de millones de pesos, es tratado con el más exquisito tacto por nuestras autoridades policiales y judiciales.

Por eso escribo este Réquiem por Media Vuelta.

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