Rafael César Tolentino

Rafael César Tolentino

Fue una de las plumas más vigorosas y combativas del periodismo dominicano. Orador brillante, escritor, intelectual, no conoció el miedo para luchar contra la intolerancia, la corrupción, el abuso. Esas cualidades se manifestaron en 1914 cuando peleó ardorosamente tras la reelección del presidente José Bordas Valdez. Atacó al Gobierno de Horacio Vásquez por lo que fue perseguido y cerrado el periódico bajo su dirección y finalmente se opuso vehemente a la ocupación del territorio dominicano por tropas estadounidenses en 1916, lo que obligó su exilio.
Íntimo amigo de Rafael Estrella Ureña y miembro de un selecto grupo de Santiago ansioso de erradicar el caudillismo, se unió a los que llevaron a Trujillo al poder en 1930. Pero aunque sirvió al régimen, manifestaba privada y abiertamente su desencanto, pues siempre imaginó que este sería pasajero y que a los liberales de aquella ciudad les tocaría orientar el país por medio de un Gobierno superior que cerrara el círculo de la montonera, el paternalismo horacista, la corrupción.
Trujillo desconfiaba de su aparente lealtad y casi siempre lo mantuvo alejado del país en funciones diplomáticas. Joaquín Balaguer, quien siempre expresó gratitud hacia él porque fue el mecenas que lo lanzó en sus afanes literarios y lo ayudó en sus estudios universitarios, refiere los desplantes que le hacía al generalísimo sin ningún temor.
Rafael César Tolentino solo ha merecido el reconocimiento de una pequeña y apartada calle de limitado tránsito.
Sobre él han escrito sus contemporáneos en la prensa, en libros y con motivo de su fallecimiento que conmovió al país y a Santiago. Todos los autores que han tratado el tema de la intervención de Estados Unidos en la República Dominicana en 1916 exaltan su nacionalismo.
También habla de él con admiración su sobrino Hugo Tolentino Dipp, quien conserva fotos y otros recuerdos de ese tío sobresaliente, soltero empedernido, exquisito gourmet, de vida libre, al que muchos en Santiago consideraban un “bon vivant”.
“Una de las cosas que más recuerdo de él es su capacidad narrativa. Narraba hechos y vivencias de una manera que no solamente creaba un cierto encantamiento entre las personas comunes que le escuchaban” sino entre los intelectuales más puros, que hacían elogios de su capacidad verbal.
Hugo atesora la exultante dedicatoria que le hizo Fabio Fiallo en su libro “La Comisión Nacionalista en Washington”, de la cual fue Tolentino Rojas secretario general, y en su rica biblioteca recibe un busto que le hizo Lorenzo Coullaut-Valera, renombrado autor de la escultura en homenaje a Cervantes que se exhibe en Madrid.
Allí Rafael César fue embajador y “asiló a los nacionalistas de Franco durante la Guerra Civil Española y luego a los Republicanos cuando la capital fue tomada por Franco.
“Exigían a tío Fello que los entregara y hubo un momento en que salió violentamente, sacó una pistola y amenazó con que primero lo tenían que matar”.
“Era verdaderamente un personaje, exclama Hugo, era el tío Fello, el tío de leyenda, el tío mundano”.
Revolucionario y patriota. Rafael César nació en Santiago de los Caballeros en 1885, hijo de Vicente Tolentino Ramos y Ana Engracia Rojas. Estudió ciencias políticas en Estados Unidos.
Una de sus primeras actuaciones revolucionarias se produjo en 1914 con el asedio a Santiago y la defensa de la fortaleza San Luis cuando el país se rebeló por la violación del presidente Bordas Valdez al reglamento constitucional, reeligiéndose por un periodo de cuatro años. “El sitio” comenzó en mayo y en julio “todavía la ciudad estaba completamente cerrada, sin movimiento de ninguna especie, dando la sensación de un cementerio”, apunta Arturo Bueno en “Santiago quien te vio y quien te ve”.
El cerco se estrechó tanto que escasearon los alimentos, por lo que los sitiados y sus adversarios debieron comer burros y otros animales, de donde se deriva el nombre de “Comeburros”. Además de Tolentino estuvieron en combate políticos de la envergadura de Rafael Estrella Ureña, Ángel María Liz, Pancho Castellanos, Pío Bueno…
Su otra gran actuación fue la lucha nacionalista de 1916. Balaguer escribió que “esta cruzada cívica giró en Santiago alrededor de tres figuras estelares: Rafael Estrella Ureña, Ercilia Pepín y Rafael César Tolentino”.
En el diario La Información, que dirigió con valor atacando a los intrusos con editoriales enérgicos, se consigna que tuvo que huir del país yéndose por Haití, Cuba y los propios Estados Unidos, “donde no dejó un momento ni desaprovechó una ocasión para mantener en alto su cívico reclamo”.
Miguel Ángel Jiménez, quien pronunció el panegírico, manifestó que “en el relato de las páginas patricias de Santiago tiene Rafael César Tolentino un lugar distinguido, ganado en aquellos días de la Ocupación Militar Americana”, aludiendo a la palabra “serena y comprometida del orador que desde la tribuna pública acusó a los invasores y reclamó con espíritu responsable los derechos de su pueblo”.
El exdirector de La Información después impulsó el advenimiento de Trujillo lo que, según se dice, lamentaba. Balaguer refiere en sus “Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo” que este “fue otro de los que se rebelaron contra la disciplina impuesta por Trujillo a sus colaboradores” y narra que en una visita que le hizo a México hizo caso omiso de las llamadas que recibía del dictador, no respondía sus telegramas y a veces ni los abría.
Tolentino ocupó también los cargos de secretario de Agricultura, de la Presidencia, sin cartera, senador de la República y Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República en España y otros países.
En enero de 1932 el ministro inglés destacó en un reporte confidencial la inteligencia y la reputación que tenía de que no podía ser comprado.
Falleció en su casa de la calle Máximo Gómez, de Santiago, el 12 de abril de 1958, víctima de una hemorragia cerebral, a los 73 años. Nunca se casó pero tuvo una hija, Josefina.
La calle. El 22 de agosto de 1973 el Ayuntamiento del Distrito Nacional designó “Rafael César Tolentino” la antigua calle M, de los Mina, “en homenaje de quien fuera escritor, periodista, secretario de Estado y diplomático, cuya trayectoria en la vida pública fue de intachable rectitud y de servicio a sus conciudadanos”.
Hugo Tolentino no cuestiona que sea esta pequeña vía el tributo rendido a su antepasado. “Está en el seno del pueblo, no soy yo quien se va a poner a exigir que pongan otra que se pueda considerar importante. No es solamente él, son muchos los personajes que han tenido una actuación encomiable en determinado momento y han sido olvidados en la memoria de los pueblos”.

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