RAFAEL GAMUNDI CORDERO
Reivindica el valor de la revolución para transformar la sociedad dominicana

<p>RAFAEL GAMUNDI CORDERO<br/><strong>Reivindica el valor de la revolución para transformar la sociedad dominicana</strong></p>

“Dentro de los partidos tradicionales hay gente valiosa que puede ser moldeada hacia la revolución, hacia la transformación del Estado dominicano, eso le corresponde a partidos emergentes que con una vigilancia de su conducta puedan alcanzar ese propósito”.

POR LEONORA RAMÍREZ S.

En su billetera ocupa un lugar especial un viejo carné del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y las paredes de su pequeña oficina, que también hace las veces de sala de lectura, están rodeadas de fotografías de José Francisco Peña Gómez, una imagen del Ché Guevara y cartas emblemáticas sobre la revolución de abril de 1965.

En esa área, situada en una especie de ático de una inmensa casa en la que vive con su esposa Bélgica Beato y con  las respectivas familias de sus hijos Patricia y Vladimir, Rafael Gamundi Cordero deja entrever un pasado político que comenzó con el exilio, en 1957, por haberse opuesto a la reelección en las postrimerías de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.

Habla sin apresurarse y sólo sube su tono de voz cuando se refiere a las inequidades sociales de la República Dominicana, y al poder de las oligarquías que se confabulan con las élites políticas para que  nada cambie.

En él todavía perviven  las  ideas revolucionarias, no tan radicales como en la década de 1970 cuando entendía que la vía electoral no era el camino  para los cambios políticos, pero aún sujetas a los conceptos de justicia e igualdad.

Durante esa época se le expulsó del PRD por conflictos ideológicos, cuando el partido era dirigido por el profesor Juan Bosch. Pero no se quedó de brazos cruzados porque formó el Movimiento Revolucionario Nueva República (MORENURA) y las Ligas Juveniles Democráticas (LIJUDE).

La prisión fue su casa en más de una ocasión, debido a que en los primeros 12 años de gobierno del fenecido expresidente Joaquín Balaguer (1966-78), se le  acusaba de organizar acciones subversivas para derrocar a ese mandatario.

Gamundi Cordero, de 69 años, es oriundo de La Vega e hijo de comerciantes de origen español que echaron raíces en esa provincia. Está casado con Bélgica Beato y también es padre de Jenny y Rosa, quienes residen fuera del país.

Su enemigo número uno es el continuismo político porque entiende que ha prohijado los peores gobiernos, y de hecho su oposición a la intención reeleccionista del expresidente Hipólito Mejía, en las elecciones del 2004, lo llevó hacia el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) que dirige Hatuey De Camps y del cual él es secretario general.

El tiene la certeza de que esa organización, en coalición con otras, podría encausar al país hacia la ruta del progreso, cosa que a su entender no han hecho los partidos tradicionales que tienen la estampa del desgaste y del clientelismo.

Todavía cree en la revolución, pero no para tomar las armas, sino para transformar la sociedad dominicana sobre la base de la honestidad y el respeto.

UN SALTO A LA REVOLUCION

Los sueños de los perredeistas, de cambiar la situación social y económica de los dominicanos, se truncaron con el golpe de Estado a Bosch el 25 de septiembre de 1963. Ese fue el inicio de una crisis política que terminó en la revolución de abril de 1965.

En ese proceso Gamundi Cordero tuvo una participación activa junto con Peña Gómez. Para iniciar el relato prefirió hablar a través del libro “Construcción de la Democracia”, del referido líder: “el mismo día del golpe nos pusimos al frente del partido, hicimos una serie de actividades con la finalidad de rescatar la constitucionalidad y traer al profesor Bosch, y produjimos la primera declaración contra el golpe de Estado que fue firmada, entre otros,  por Gamundi Cordero”.

Pero su testimonio es este: “a raíz del golpe de Estado optamos por la clandestinidad y donde está la Guacara Taina, en el Parque Mirador Sur, hicimos un refugio que convertimos en cuartel donde se reunían civiles y militares que se preparaban para enfrentar a los golpistas.

“También se formó Radio Constitución, una emisora clandestina dirigida por Bienvenido Sandoval, y que funcionaba en una guagua desde donde se pronunciaban los discursos para agitar a las masas”.

En ese sentido explicó que la posición que tuvo el PRD en ese entonces fue la de un partido consciente de su papel revolucionario, y de que el pueblo dominicano, que no estaba maleado, se dedicaría a la defensa de un conjunto de principios morales.

Asimismo, fomentaron el espíritu patriótico para evitar que surgiera el clientelismo político, porque el PRD en ese entonces no era favorecido por las oligarquías ni la burguesía reaccionaria, manifestó.

“Hubo un periodismos de mucha altura, comprometido, y sobre todo la Revista Ahora que fomentó la tesis de Bosch sobre la dictadura con respaldo popular, lo cual contribuyó con la formación política de los dominicanos…me siento orgulloso de haber vivido ese proceso”.

Gamundi Cordero formó parte del comando La Vega y luego se integró al comando Cucaracha 20, que tenía su centro de operaciones en las inmediaciones del barrio Capotillo, en el Distrito Nacional.

DEL 65 A LOS CONVULSOS 70

Finalizada la revolución de 1965 se organizó  un proceso electoral en el que salió ganador el expresidente Balaguer. Pero no hubo democracia, y por tanto Gamundi Cordero seguía creyendo que el camino era la revolución.

Por esas ideas estuvo en prisión varias veces con la acusación de organizar tramas para derrocar a Balaguer.

De hecho, en 1969 propuso la creación de un Frente de Liberación Nacional para luchar contra la oligarquía criolla y el imperialismo yanqui, de acuerdo con unas declaraciones suyas publicas en El Caribe el 28 de marzo de ese año, en las que también planteó que “el sector electorero del PRD se quedará solo, porque la unidad se forjará alrededor de los dirigentes que propugnan por la dictadura con apoyo popular”.

En 1970 era subsecretario general del PRD, pero el 19 de octubre de ese año  lo expulsaron como parte de una denominada “operación garrapata”, por sus alegados vínculos con el Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO).

Posteriormente formó el MORENURE, un movimiento que se caracterizaba por su lucha contra el régimen de Balaguer, las multinacionales, los terratenientes, la corrupción administrativa, los atropellos, y las violaciones a las  libertades públicas, según consta en otras declaraciones periodísticas.

Las autoridades policiales lo vincularon con el grupo Los Trinitarios, de tendencia subversiva y dirigido por Guillermo Rubirosa Fermín,  así como de organizar acciones anárquicas con la Juventud Democrática, la Juventud Comunista. Bandera Roja, la Liga Revolucionaria por la Emancipación de la Mujer, el Comité Estudiantil Gregorio  Luperón, entre otras.

Como un hombre de la época de la Guerra Fría se expresaba a tono con las circunstancias, “mi lucha es y será hasta el final por la independencia nacional, la libertad y bienestar del pueblo, unido estrechamente a los países tercermundistas  que bregan por alcanzar esos objetivos, rompiendo la columna vertebral del imperialismo y a sus monopolios que controlan nuestra economía, introducen su cultura y dominan el Estado a través de sus títeres “,  expresó el 11 de julio de 1976 en el diario La Noticia.

De como se insertó en la política

Fuera del hogar a Gamundi Cordero se le encendió la chispa revolucionaria y el rechazo por las dictaduras, a través de los programas de radio que escuchaba, clandestinamente, en emisoras cubanas.

Pero también por las ideas antitrujillistas que oía en la casa de Juan Rodríguez, un familiar del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. Todos esos conceptos se confabularon para que, en un programa transmitido por La Voz del Camú, en La Vega, él se pronunciara en contra de las dictaduras de América Latina cuando el plan era que los jóvenes participantes ponderaran al gobierno trujillista.

Eso fue suficiente para que lo exiliaran en Caracas, Venezuela, donde de inmediato Angel Miolán, uno de los fundadores del PRD, lo introdujo en un proyecto subversivo para derrocar la tiranía y que se denominaba Ejército de Liberación Dominicano. Pero el ajusticiamiento de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, le quitó el sentido a ese propósito pero permitió el regreso de Gamundi Cordero y de otros exiliados.

De inmediato el PRD le encargó activar ese partido en la región del Cibao formando comités de base en los que, estratégicamente, se integraban pulperos, alcaldes y catequistas porque eran quienes tenían mayor influencia  en las comunidades rurales.

HAY QUE TRANSFORMAR LA SOCIEDAD

Gamundi Cordero retornó al PRD en 1973, pero como un militante común y corriente, y en 1980 lo nombraron asistente especial de Peña Gómez. Desde 1986 era director de organización, en 1990 y 1994 jefe de campaña del citado dirigente, y de 1998 al 2000 diputado, y secretario general del mismo hasta su salida en el 2004 cuando pasó al PRSD.

Por todas las batallas libradas en la vida política entiende que los  partidos tradicionales no  han satisfecho las necesidades elementales de la población, y admite que el clientelismo político se ha enquistado como  un mecanismo para alcanzar poder y estatus social.

Por esas circunstancias considera que ahora más que nunca vale la pena hacer política en este país, “porque tenemos la obligación moral de detener un tipo de ejercicio político no sano, que afectaría de manera muy profunda la vida del pueblo dominicano.

“Todo no se ha perdido, y la gran masa del pueblo dominicano es honesta, independientemente del atavismo que caracteriza al PRD, al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), los cuales se debilitan cada vez más”.

Por eso se requieren organizaciones que conduzcan por rutas del desarrollo, no solamente para que haya una economía consolidada como existe ahora, pero que no se convierte en pan, en libros y felicidad.

“Esta es una macroeconomía que garantiza el dominio de las oligarquías. Quien tenga conciencia revolucionaria puede darse cuenta que en unas condiciones como estas, es necesario una gran lucha para la transformación del Estado, porque éste no sirve independientemente de quién lo dirija”.

¿A quién la corresponde dirigir esa transformación?

“Dentro de los partidos tradicionales hay gente valiosa que puede ser moldeada hacia la revolución, hacia la transformación del Estado dominicano, eso le corresponde a partidos emergentes que con una vigilancia de su conducta se pueda alcanzar ese propósito”.

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