En una sociedad cualquiera donde haya dos periódicos o más, cada uno de ellos tiene su propia personalidad, que se define a través de su línea informativa, de su tipografía, del estilo de diseño de sus páginas y de su política editorial.
Pero hay algunas características que los hacen iguales, como si se tratara de normas establecidas por un orden superior, aunque no lo son.
En nuestro país, por ejemplo, los avisos luctuosos mediante los cuales se participa el fallecimiento de una persona o se da cuenta de la fecha y el templo de los oficios religiosos correspondientes, aparecen agrupados en las páginas dedicadas a los deportes. A lo largo de mi carrera periodística me he encontrado con no pocos amigos o parientes que, en medio del dolor que les acompaña por haber perdido a su ser querido, me han rogado interponer mis oficios para evitar que su esquela mortuoria salga al lado de una festiva información sobre un resonante triunfo del equipo de béisbol local. He tenido que emplearme a fondo para explicarles que, en vista de que las páginas deportivas son las últimas en cerrarse para poder alcanzar las competiciones nocturnas, son esas páginas las que pueden esperar hasta más tarde para acoger las esquelas tardías y así ofrecer un mejor servicio.
Otra curiosidad, a la cual, por el contrario, no le encuentro explicación, es que las informaciones y fotografías relativas al golf y a los golfistas, no se publican ni por casualidad en las páginas deportivas sino en las de sociales! ¿Es que el golf no es un deporte? ¿O es un mero pretexto para el figureo social y la explotación de la vanidad? Los torneos de golf ocupan páginas y más páginas en las revistas de sociedad, en las cuales no aparecerá nunca un torneo de béisbol o un campeonato de boxeo.
¡Caprichos del periodismo!