Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Una de las cosas que más molestan a cualquier persona es que le cambien el nombre o que lo escriban mal. A mí, por ejemplo, no me hace ninguna gracia recibir una comunicación dirigida a Molina Murillo, o a Ramón Molina, como me ha ocurrido en más de una ocasión. Por eso soy muy exigente en los acentos y el deletreo de los nombres y apellidos cuando me toca dirigirme a una persona determinada.

Comprendo perfectamente, pues, el enojo de Raúl Pérez Peña, apodado El Bacho, cuando descubre que su nombre de pila está cambiado (Rafael por Raúl) en cinco millones seiscientos mil boletas electorales, en las cuales él aparece en su condición de candidato presidencial por el Partido por la Auténtica Democracia.

En un momento dado se corrió la voz de que El Bacho, aunque sabedor de que su partido es minoritario y no será un competidor entre las tres más grandes organizaciones políticas que se disputarán las urnas el 16 de mayo, exigía que todos los votos fueran reimpresos correctamente, sin importar el costo económico que ello implicaría, y mucho menos el escaso tiempo de que se dispone.

Posteriormente una persona muy allegada a él me aclaró que lo que reclama El Bacho es una disculpa pública, una reparación moral de parte de la Junta Central Electoral. De ser esto cierto, felicito a El Bacho por su sentido práctico y su prudencia.

De todas maneras, aunque esta pifia no cambie para nada el resultado de las elecciones, no deja de ser un error inexcusable que, en otras circunstancias pudiera tener terribles conclusiones. Por ello debería la JCE investigar a fondo qué pasó ahí, quién incurrió en ligereza y a quién o quiénes hay que aplicarles las sanciones de lugar.

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