Estamos ya dentro de la cuenta regresiva. Faltan apenas 8 días para las elecciones generales, y en cada amanecer el primer pensamiento que nos llega a la cabeza es: «ya solo faltan tantos días».

Mientras tanto, el país está prácticamente paralizado. La vida sigue su curso, desde luego, pero ningún proyecto nuevo es puesto en marcha «hasta después de las elecciones».

«Tenemos que reunirnos para discutir el asunto aquel», es una frase usual que invariablemente se responde con un: «Claro, hablamos después que pasen las elecciones». No se le ocurra a usted proponer un negocio a nadie en estos días, a menos que le guste perder el tiempo. Nadie está en nada, excepto esperar al día después del 16.

Pero… ¿y si se hace necesaria una segunda vuelta electoral? Entonces la cosa es más seria, pues la paralización de actividades se extendería por 45 días más. ¡Y la campaña también! A seguir escuchando insultos y boches, a continuar soportando programas de radio y televisión con más de lo mismo, a oir nuevas promesas que jamás serán cumplidas… y a posponer una y otra vez el inicio de cualquier proyecto, porque habrá que volver a esperar a ver qué pasa después de las elecciones el 30 de junio.

Algún día aprenderemos a elegir a los gobernantes y representantes en el Congreso y los Ayuntamientos sin que ello signifique paralización de las actividades cotidianas normales. Cuando ese día llegue, entonces y sólo entonces, podremos decir que somos un pueblo democráticamente civilizado.