Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Los diputados convirtieron en ley el controversial proyecto de reforma policial, que entre otras cosas pone la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) bajo la dirección de la Policía Nacional.

La AMET, según la nueva ley, será dirigida por un general de la Policía «y no por ningún miembro u otro cuerpo armado, como el Ejército Nacional, la Fuerza Aérea o la Marina de Guerra.»

Más claro no canta un gallo. El cuerpo conocido como AMET, que logró crear una imagen de disciplina, firmeza e incorruptibilidad que nunca tuvo el viejo departamento de Tránsito de la Policía, perderá su autonomía y su esencia en un abrir y cerrar de ojos.

A partir del momento en que esta pieza legislativa sea promulgada por el Poder Ejecutivo, el tránsito terrestre retrocederá un siglo, para volver a ser mal manejado por la llamada «institución del orden», que no es, ni remotamente, una garantía de que las cosas vayan a marchar mejor que con AMET.

Yo me pregunto: si AMET está funcionando mejor que lo que ha hecho siempre la Policía Nacional, ¿para qué fusionar ambas entidades, mediante la absorción de la primera por la segunda? Y en caso de que fuera inevitable hacer de ambos cuerpos uno solo ¿por qué no se hizo al revés, es decir, que AMET absorbiera a la Policía?

Al revés de cómo se ha hecho, sería mejor. No abrigo la menor duda.

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