Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

El guapo de Gurabo y el león Fernández se juntaron ayer, se dieron la mano, sonrieron, se sentaron uno al lado del otro, firmaron papeles juntos y finalmente se despidieron con sonrisas y fuertes apretones de mano.

Al final del acto de la firma de la Declaración de Compromiso para facilitar las tareas de la transición de un gobierno a otro, grupos diversos de perredeístas y peledeístas se desparramaron en el parqueo frontal de la Universidad Católica Madre y Maestra, y allí se mezclaron unos con otros en medio de no pocos abrazos rompecostillas. Como lunares aislados por aquí y por allí, los reformistas también repartieron saludos a diestra y siniestra.

Desde el punto de vista formal, el encuentro fue un éxito. Agripino leyó su discurso con cuidadosa parsimonia y esta vez tuvo cuidado de no salirse del texto. Monseñor Arnáiz invocó con solemnidad la presencia de Dios, mientras Felipe González observaba, obviamente satisfecho, al público que, en las cómodas butacas rojas del auditorio universitario, tenía frente a sí.

Se comprometieron, el saliente y el entrante, a preparar un proyecto de reforma tributaria y someterlo al Congreso, todo antes del 15 de julio. Para aplacar la ira del Fondo. También se comprometieron ambos líderes a hablarles a sus respectivos diputados y senadores, para que se dejen de mojigangas y aprueben eso de una vez. Tarea nada difícil para unos legisladores acostumbrados a aprobar leyes sin leerlas, como sucedió en aquella ocasión cuando se chispoteó lo del Pico Trujillo, en desmedro del pobre Juan Pablo.

)Resultados? Esperemos que sean buenos. Porque nos conviene a todos. Y ojalá que, aunque sea con nuestras pinceladas pintorescas de siempre, podamos volver a reunir civilizadamente, como ayer, a tan relevantes personajes de nuestra fauna política.

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