Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Rafael Molina Morillo – Mis buenos días

Recibí ayer una carta electrónica del dilecto lector Pedro Conde Sturla, que no necesita mayores comentarios. Aquí la comparto con ustedes:

«Leí recientemente una entrega suya sobre la contaminación de la lengua dominicana con el inglés en Nueva York , el spanglish, y desde luego me alarmé por su alarma en cierto sentido.

«Pero lo peor no es eso. De acuerdo con un libro de Eric Santoni titulado ‘El Islam’, leo que ‘El elemento árabe es, después del latino, el más importante del vocabulario español. Un hecho de esa naturaleza demuestra con creces hasta qué punto lo árabe es esencial en nuestra cultura. Esos marroquíes que tan altas tarifas pagan por cruzar la aduana de Algeciras y atraviesan aldeas, aduanas y alquerías de La Mancha, entre jarras, retamas y espliego y mejorana antes de llegar a arrabales donde encontrar una alcoba con tabiques revestidos, tal vez, de azulejos, donde comer albóndigas, alcachofas, aceitunas, alubia, y desde allí marchar a trabajar a una tahona, o un almacén, o a vender alfombras por las aceras o a emplearse como albañiles, con los papeles en regla otorgado por un alguacil, con el permiso del alcalde, y que con fulano o mengano armarán buen alborozo cuando en alguna azotea se cuente alguna hazaña celebrándola con arrope, alfeñiques o albaricoques en almíbar, quizás entre el perfume de alhelíes, azahares o azucenas, y aún con tiempo para jugar al ajedrez o tacar el laud, antes de que el cielo azul o añil se acicate de estrellas como Aldebarán, Algol, Vega….’

Pués bien, Dr. Molina Morillo, todo lo anterior está escrito en árabe, lengua que contaminó el idioma de Cervantes y a su obra maestra nuestro señor Don Quijote. Creo que no hay nada que lamentar en relación al spanglish. El spanglish es un producto cultural fruto del choque de dos culturas e idiomas. La cultura la hacen los pueblos y no las academias y no hay fuerza que la detenga. Algún día se escribirán obras maestras en spanglish y no hay nada que temer.

Con el mayor respeto le saluda su devoto lector, Pedro Conde Sturla.

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