Y así, un día como cualquier otro, decidí triunfar. Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar la solución. Decidí ver cada desierto, como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche, como un misterio a resolver. Decidí ver cada día, como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival, no eran más que mis propias debilidades. Y que en ellas, está la única y mejor forma de superarnos.
Aquel día dejé de temer a perder, y empecé a temer no ganar. Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener es tener el derecho de llamar a alguien «Amigo». Aprendí que de nada sirve ser luz, si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad. Por eso, desde aquel día, ya no duermo para descansar. Ahora duermo simplemente para soñar. No pierdas la esperanza, sobretodo, en los tiempos difíciles.
(Contribuido por Fernando Morales).
LA FRASE DE HOY: «El niño no es un recipiente que hay que llenar, sino un fuego que hay que encender.»
(Escuche el programa «Los Buenos Días» en 88.5 FM, de lunes a viernes y de 7 a 8 a.m.)