Todos tenemos nuestro componente de vanidad, unos más escondido que otros. Yo también tengo mi dosis de ese feo defecto que es la vanidad y confieso que de vez en cuando me sale a flote. Por ejemplo, recibo por el correo electrónico no pocas cartas de personas que comentan esta columna y otras que me envían colaboraciones para la misma, lo que no puedo negar que me hace sentir halagado.

Pero las que más me motivan son las de lectores muy jóvenes que me hacen llegar páginas muy hermosas, y me pregunto cómo estas personas de otra generación tan diferente a la mía dedican tiempo a leer las reflexiones y los temas que suelo tratar en este espacio.

A continuación transcribo una contribución de una jovencita de 14 años de edad llamada Anlenny De la Cruz Garabito. Puede ser de su autoría o tal vez copiada de otro lugar, pero como quiera, revela una temprana y dulce sensibilidad que bien vale la pena estimular:

«Esfuérzate por alcanzar tus metas y todos tus sueños realizar, aunque por conseguirlo cosas importantes deberás sacrificar, mas nunca olvides que Dios debe estar primero. Esfuérzate, lucha y conseguirás el éxito verdadero.

«Esfuérzate. Consigue el éxito verdadero y ya cuando lo consigas no debes olvidar que si a Dios echas a un lado todo se desvanecerá.

«Esfuérzate. Llénate de ambiciones, amigos y perseverancia y nunca dejes de lado la voluntad y la esperanza.

«Esfuérzate. Adquiere educación, cultivando valores, son básicos para alcanzar todo cuanto añores.

«Esfuérzate. No te dejes influenciar de las criticas ni de la envidia, ya que son grandes obstáculos para alcanzar una exitosa vida.

«Esfuérzate. Y da a conocer tus cualidades ante los demás, mas nunca olvidando que siempre habrá algo que mejorar.»