«La política, como el periodismo, es una cuestión de credibilidad. Si la gente no le cree a un presidente, a un reportero, a un columnista, a un funcionario público o a un candidato, de nada sirve su trabajo. El político (como el periodista) depende de que su palabra se crea».

El párrafo que antecede lo tomé prestado de un artículo de Jorge Ramos Avalos publicado ayer en «El Caribe». Sí, el mismo Ramos Avalos que hizo aquella controvertida entrevista al presidente Mejía, transmitida posteriormente por Univisión con pelos y señales.

Pero esta vez, Ramos no estaba pensando en el presidente dominicano, sino en el de los Estados Unidos, George Bush, quien se encuentra actualmente atrapado en su propia telaraña de afirmaciones contradictorias y difíciles de probar, relacionadas con la guerra de Irak.

Hecha la aclaración, vuelvo a tomar prestado el párrafo en cuestión, con el que inicio la columna, para aplicarlo a todos los países y sus políticos y sus periodistas, porque adonde quiera que vayamos encontraremos poca credibilidad, poca confianza y poca simpatía hacia aquellos cuyo oficio es interactuar con las grandes masas populares, ya sea desde la tribuna política o desde el teclado del computador en la sala de redacción.

Hay que ganarse la confianza de la gente, señores políticos y colegas periodistas. Lamentablemente, aquí abundan los graduados «suma cum laude» en el arte del engaño, incluyendo muchos que están en posiciones señeras, tanto en la política como en el periodismo.

Erradiquemos la plaga de la indredulidad y la desconfianza en todos los ámbitos. Veremos entonces qué fácil se hace dirimir conflictos y encontrar soluciones.

LA FRASE DE HOY: «Hay personas que mueren a los veinte años y son enterradas a los ochenta». (Anónimo).