Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. ¿Y a mí qué?, dirán muchos.
Por muy alejada que esté una persona del mundo de los periódicos y las noticias, por muy bajo concepto que se tenga de la prensa y de los periodistas… este es un día en que deberíamos hacer algunas reflexiones de gran incidencia para el resto de nuestras vidas.
Ni la prensa ni los periodistas son perfectos. Por el contrario, están plagados de defectos. Pero son el mejor vehículo, hasta ahora, para mantener a la gente informada de lo que está pasando a su alrededor. Y como son plurales, no se corre el riesgo de que todos defiendan un mismo interés, sino que le brindan al público la oportunidad de escoger aquel en el que más confíe.
Un pueblo pobremente informado es un pueblo con grandes limitaciones. ¿Cómo tomar decisiones inteligentes, si no se cuenta con informaciones confiables? Es por eso que he dicho y repito que el asunto de la libertad de prensa no es un problema de los periodistas, sino de todos. El día que no podamos contar con una prensa independiente y plural, ese día no podremos protestar, exigir explicaciones, expresar opiniones ni nada. Ese dia tendríamos un bozal. Ese día dejaríamos de ser libres.
Por eso es importante lo que se conmemora hoy, en todo el mundo. Yo les escribo desde Guatemala, donde asisto a un seminario internacional organizado por la UNESCO a nivel continental para examinar la libertad de prensa y el derecho a disentir. En otras regiones del planeta se llevan a cabo actividades similares.
Es una buena ocasión para celebrar los avances en la causa por la libertad, pero también es un tiempo para reflexionar sobre las muchas amenazas y desafeios a la libertad de expresión en todo el mundo.
r.molina@verizon.net.do