Declarado Leonel Fernández ganador de las elecciones, ya se sabe que Hipólito Mejía deberá entregarle la Presidencia de la República el 16 de agosto. O sea dentro de tres meses.

Noventa días son el plazo que la Constitución ha considerado prudente para que el actual incumbente del cargo termine de redondear su gestión de cuatro años, y para que al mismo tiempo el nuevo inquilino del Palacio Nacional se prepare para sus importantes funciones.

Pero no cada uno por su lado. Lo ideal es que ambos, el que sale y el que entra, se sienten a conversar sobre el país, sus problemas y sus posibles soluciones. Que dejen a un lado sus antiguas querellas, propias de la campaña electoral. Eso ya pasó. Ahora lo que que corresponde es hacerle el frente al panorama que tenemos por delante.

Es hora, pues, de que tanto Hipólito como Leonel vayan pensando en sus hombres adecuados para formar parte de una comisión mixta para la transición, a fin de que dispongan de tiempo para elaborar una agenda de trabajo y para cumplirla cabalmente. De manera tal que cuando el presidente Fernández llegue al Palacio sepa con lo que se va a enfrentar.

Sin sorpresas. Sin misterios. Sin prejuicios.