Rafa Nadal debutó en el Masters 1000 de Roma enfrentándose a John Isner y no dio opción alguna al estadounidense, venciendo en dos sets por 6-3 y 6-1.
Nadal no especuló. Saltó a una pista central volcada con su presencia y devolvió el cariño en forma de una contundente victoria, manteniendo las altas expectativas que despierta en un Foro Itálico expectante.
El manacorí jugó con el viento a favor desde el calentamiento, cuando los presentes le dedicaron una sonora ovación al escuchar su nombre y verle saltar raqueta en mano hacia le centro de la pista.
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Partido muy limpio del actual número cuatro del mundo, que no cedió un solo servicio, movió al espigado jugador estadounidense (2.08m) y le castigó con precisas dejadas que, de nuevo, levantaron al público italiano.
A Nadal le bastó con una simple rotura de servicio para agenciarse el primer set, el más igualado de la contienda, en el que Isner resistió las embestidas pero no hizo sufrir a su oponente.
Ya en el segundo set, Rafa desplegó su buen juego y demostró su buena condición física, arrollando a un Isner que no pudo hacer nada para parar el torbellino que tenía en frente.