Rafael Peralta Romero sabe narrar lo que en la vida sucede y, en su condición de narrador interiorista, es un cultor del sentido de lo viviente. Oriundo de Miches (1948), se ha dedicado al estudio de la lengua y el cultivo de las letras, labor que le mereció un sillón en la Academia Dominicana de la Lengua. Autor de una veintena de libros, obtuvo el premio de literatura infantil “Aurora Tavárez Belliard” por su obra A la orilla de la mar; y fue galardonado con “El Barco de vapor” por su novela infantil De cómo Uto Pía encontró a Tarzán. Forma parte del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular y dirige la Biblioteca Nacional “Pedro Henríquez Ureña”. La idiosincrasia cultural de nuestro pueblo y las voces peculiares del español dominicano concitan la sensibilidad estética y la conciencia idiomática de este escritor.
Cuando escribí sobre la narrativa literaria de este acucioso narrador, consigné: “Como escritor, Peralta Romero tiene tres singulares condiciones: un instinto creador que le permite asumir hechos y anécdotas para la sustancia de su narrativa, un instinto lingüístico mediante el cual capta y valora la faceta idiomática de voces y expresiones populares y un instinto narrativo para captar la clave de historias y pasiones. ¿Qué quiero significar con esos atributos? Que su talento creador se manifiesta en una fecunda vocación para inventar mundos imaginarios y crear fábulas ficciosas. Fabular es crear una nueva realidad inventada y formalizada en el lenguaje de la ficción. Cuando Peralta Romero fabula, atribuye facetas inéditas de la realidad, generando un nuevo sentido a la narrativa. Es decir, asume y recrea facetas prístinas de lo viviente para la conformación de la realidad ficticia, y esa es una singular cualidad de quien tiene talento para la ficción. De hecho, la palabra “ficción” quiere decir ‘invención’. Quien inventa con el lenguaje, crea una obra fictiva, que es una forma de fabulación. La primera fabulación que hace el hablante es inventar historietas y designar nuevas facetas significativas a las palabras, lo que es un atributo de los buenos narradores, que los lleva a crear realidades imaginarias, tengan un fundamento real o sean de su inventiva. Ese instinto creador se manifiesta en el hecho de asignar sentido a la narración, aspecto importante porque el narrador literario, para distinguirse del periodista, del sociólogo o del historiador, tiene que atribuirle un cauce convincente a su ficción” (Bruno Rosario Candelier, El mester de la Academia, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2018, p.187).
Puede leer: Revolución en el paraíso, Diógenes Céspedes, la crítica literaria y cultural
Pues bien, la clave narrativa de Peralta Romero se manifiesta en tres pautas que aplica en sus cuentos, relatos y novelas: 1. Uso de formas simbólicas (representación de hechos asociados a la cultura viva del pueblo). 2. Interiorización de la conciencia (instalación del creador en el interior de los hechos para percibir su valor). 3. Intuición de verdades narrativas (mediante la narración de hechos que iluminen la conciencia).
En efecto, para escribir cuentos hay que tener dominio del lenguaje, destreza narrativa y talento para la fabulación. Contar los hechos que suceden suele inspirar el arte de la narración. Y narrar lo que se concibe o fabula es un acto de creación. En tal virtud, darle vida a hechos, ambientes y personajes es un don del arte de la narración. Y conformar un cuadro de hechos, descripciones y diálogos es un talento de quien imagina, recrea o inventa hechos. Por eso el narrador ha de conocer el sentido de las palabras para narrar con verosimilitud lo que inventa, como lo ha hecho Peralta Romero, hecho que lo distingue y enaltece como un genuino narrador. Por eso escribió en “De los sucesos gustosos que vivió don Quijote en Santo Domingo”:
“Para su consuelo y favor, echó de ver don Quijote a una mujer que permanecía semiquieta entre la masa de viajeros, marineros y operarios del puerto. La miró fijamente y atrajo la ilusión de que aquella mujer, por los movimientos de sus ojos, andaba en su búsqueda. Creyó descubrir en ella una hechura fuera de lo común. No había palidez en su rostro, como tanto vio en las mujeres de las vecindades por donde dirigió sus andanzas, pero tampoco era su piel quemada como la de gente que llegaba a España por el estrecho de Gibraltar. Era esbelta, gallarda y resaltaba en ella su ajustada distribución corporal. Observó el viajero que el cabello de la mujer, negro y acicalado para el brillo, constituía una sucesión de sortijas que unidas en cadenetas iban a terminar en los hombros” (Rafael Peralta Romero, Conciencia peregrina, Santo Domingo, Editorial Gente, 2021, p. 155).
En la narrativa de Peralta Romero fluye el sentido de la realidad y el testimonio de la conciencia a la luz de hechos protagonizados por personajes que representan la realidad cultural dominicana, con el lenguaje vivo de los usuarios de la lengua, con las referencias afectivas, morales y espirituales de los personajes y el tono y la actitud de actuantes y figurantes en el arte de la narración. Sus cuentos reflejan el nivel social de sus criaturas imaginarias, y sus ocurrencias, apropiadas al sentido de las vivencias que sus historias relatan en hechos, ambientes y personajes, tienen los atributos afines a sus vivencias entrañables, como el siguiente ejemplo: “Escasearon las palabras para Lorenza Sierra responder el lance del desconocido, por lo dicho y por la forma en que se dijo. La visible mestiza había acudido a la zona quizá por alimentar su curiosidad y obtener noticias de otros mundos. Pese a que la pregunta le fue lanzada como agua fría en el rostro, Lorenza se animó a responder: “Mi nombre es Lorenza, ya veo que es usted de España, lo malo, usted perdone, es que no siempre nosotros los de aquí podemos entender todo lo que ustedes dicen, porque ustedes usan palabras raras, usted ve” (Peralta Romero, Conciencia peregrina, p. 156).
Hay algunas vertientes que operan y confluyen en el arte de Peralta Romero, como el plano conceptual de la narrativa, con los principios de la narración lineal o retrospectiva, la confluencia del plano real y el evocado, la superposición del pasado en el presente, y otros recursos compositivos de la narración. Y respecto a los sucesos de su protagonista, el texto revela que Peralta Romero conoce la temática de Don Quijote, ya que imita acciones y actitudes, relata ocurrencias afines al famoso personaje, y de todo hace una relación con singulares detalles de los sucesos vivenciados, imaginados y conocidos a la luz de su conocimiento, o mediante vivencias y aspectos relatados y vividos por otros, valiéndose de la memoria vicaria como parte de la vida cotidiana, según se puede comprobar en el siguiente pasaje de este texto, señal del olfato narrativo de nuestro escritor:
“Pido a vuestra merced, estimada Lorenza, indicarme cuando hayamos llegado a una venta, puesto que bien requerido ando de cargar mi repostería, la cual ha mermado hasta el final durante surcamos la anchísima mar y aunque el decirlo me llena de rubor, no he de callar que las tripas crujen dentro de mí clamando por alimentos, dado que más vale vergüenza en cara que mancilla en el corazón” (Peralta Romero, Conciencia peregrina, p. 158).
Evocar un personaje como don Quijote, con el lenguaje de su época y las manifestaciones culturales de Miguel de Cervantes supone conocer no solo datos y referencias del prestante autor de tan celebrada novela, sino también tener el conocimiento para consignar atributos idiomáticos, psicológicos y espirituales del distinguido autor que el narrador dominicano ubicara en la primera etapa del Santo Domingo colonial de la isla que entonces llamaban La Española. El siguiente pasaje, índice del talento de Peralta Romero, refiere un singular pasaje de esta sorprendente narración:
-Más vale el necio en su casa que el sabio en la ajena…” (Rafael Peralta Romero, Conciencia peregrina, pp. 158-159).
Esta elocuente narración, índice el talento fabulador de Rafael Peralta Romero, confirma su dotación intelectual y estética, su fecunda imaginación y el arte narrativo de un escritor, como el reconocido periodista, lingüista y académico, que sabe intuir y fabular, escribir y narrar, concebir y revelar, y esa dotación de su imaginación y su intelecto le ha granjeado una valoración que lo enaltece, como lo revela el siguiente pasaje digno del talento del autor de obras narrativas de singular urdimbre fabuladora, según revela el siguiente pasaje:
“En esas errancias, Lorenza, me encontré con acaecimientos de distintos géneros, pues si bien de unos lances salimos airosos, coronados con la victoria, otros se presentaron con tan sombríos misterios que parecieron cosas no propias de seres humanos. Siendo yo hombre probado en la guerra, ora enfrentando fieras o gigantes, ora con seres encantados, ocultar no puedo que me dejaron temeroso los encantamientos porque sacaban a una persona de su propio ser para convertirla en otra persona o asomo de persona, tal como fue el caso de mi bella Dulcinea, quien fuera convertida, por obra de fatal encantamiento, en una aldeana, labradora de labores rústicas que por montura usaba jumento y no los hermosos corceles sobre los que correspondía cabalgar a una dama de su fina condición y origen” (Rafael Peralta Romero, Conciencia peregrina, p. 161).
En efecto, Rafael Peralta Romero ha hecho de las palabras el cauce de su vocación lingüística; de la narración, la fuente de su visión fabuladora; y de la ficción, la veta de su talento creador, veta de su sensibilidad estética y fruto de su conciencia cultural.
Santuario estético del
Interiorismo
Moca, Ateneo Insular, 5 de abril de 2025.