Rafael Perelló Abreu: in memóriam

Rafael Perelló Abreu: in memóriam

Varios lectores me habían solicitado una segunda entrega de nuestros comentarios sobre la República Digital, la cual he pospuesto debido al deceso de nuestro gran amigo, Rafael de Jesús Perelló Abreu, para nosotros simplemente: Rafaelito.
En el año 1945, tres visionarios banilejos: Manuel de Jesús Perelló (don Masú), Francisco Abreu (don Panchitín) y Mario Medina, fundan la empresa Industrias Banilejas, C. por A., mejor conocida por sus siglas INDUBAN, la cual comercializa todo lo relacionado con el producto agrícola denominado café.
No le conocí en los años que estudió en la academia militar Peekskill Military Academy, ya que llegué dos años después de su partida; sin embargo, allí me encontré con sus primos: René Abreu y Miguel Báez Perelló (Miguelín). Además, estudiaban también otros dominicanos, que si la memoria no me traiciona eran: Vital García, Manuel Jiménez, Máximo Gómez Franco, Iván L’Official y mi ex cuñado, Mario Medina.
Don Masú, quien era un riguroso y exigente patriarca, para su formación empresarial motivó al joven Rafael para que se empleara en el Banco Nova Scotia y así se compenetrara con todo lo relativo a las finanzas, lo cual le serviría posteriormente para su formación en el exigente mundo corporativo.
Mi regreso al país coincidió con la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, donde víctimas de un informante, fuimos reclutados para cumplir el servicio militar obligatorio, lo cual nos exigía llegar a las 6:00 a.m. al recinto del estadio de béisbol de La Normal, donde se efectuaban los entrenamientos, con la única finalidad de que los conscriptos desfiláramos como efectivos militares, en la parada de toma de posesión de Héctor Bienvenido Trujillo en el año 1957, con la cual su hermano quería hacer una demostración de potencia de sus fuerzas armadas.
En tanto que egresado de academias militares, fuimos seleccionados ocho para servir de ayudantes militares a los comandantes de los batallones de San Cristóbal, entrenados según se promocionó, “personalmente por el generalísimo Trujillo”- Recuerdo que a Rafaelito, le tocó la tercera brigada, a mi la primera, Benito Henríquez la segunda y Tage Holsteinson la cuarta. No recuerdo los otros cuatro.
Durante la vigencia de la Comisión del Café creada en el año 1976, el Convenio Internacional del Café estableció un régimen de cuotas para la exportación de café. Las partes participantes eran: los industriales y los exportadores, dentro de las cuales estaba Induban y el sector productor y asociativo del cual nosotros formábamos parte. Allí se suscitaban extensas y polémicas discusiones entre ambos sectores enfrentados, algunas de una duración superior a diez horas. No obstante la fiera lucha de intereses por las cuotas, las “batallas” solo se circunscribían al salón de conferencias. Este controversial régimen de cuotas fue eliminado con la terminación del Convenio Internacional del café, el 3 de julio de 1989. Estuvimos en Londres en esa sesión, acompañados de Josefina Camilo y vaticinamos a nuestro regreso, que el sector cafetero perdería más de diez mil millones de dólares en poco tiempo, lo cual desafortunadamente aconteció.
Con la separación de los socios fundadores y la muerte de don Masú, pasó a dirigir la empresa, Rafaelito. Sin embargo, no tardó mucho tiempo, sin que apareciera un competidor pretendiendo destronar de la cima al emporio banilejo. Ricardo Hernández Elmúdesi (Ricardín), propietario del café Mamá Inés, la Cartonera Hernández y Fósforos Sol, cometió el error de confrontar y denostar a los ejecutivos de Induban. Ricardín era amigo nuestro y le aconsejamos no llevar la competencia a nivel personal y familiar. No nos hizo caso y en la desigual batalla, Induban estranguló a su buque insignia café Montaña Verde y también a Mamá Inés. Además, concomitantemente Rafaelito creó fósforos Relámpago y se asoció a Cartones del Caribe, acciones que rápidamente llevaron a la bancarrota las empresas de Ricardín Hernández, por poseer Induban una red de distribución que abarcaba toda la geografía nacional.
El hobby de Rafaelito eran los gallos. Poseía dos trabas cuidosamente atendidas y vigiladas y sobre todo, con récords de todos los gallos. Recuerdo que en una Semana Santa me mostró un huevo puesto el Viernes Santo, que según él daría un gallo fuera de serie. Nunca comprobé si era verdad.
Con la aparición de la Roya del Cafeto (hemileia vastatrix), la caficultura dominicana colapsó e Induban se vio en la imperiosa necesidad de importar café. Rafaelito, como gran capitán, trajo de Brasil las variedades siguientes tolerantes a la Roya: Obata, Tupí, Japar 59 y Acaguá. De Colombia, Castillo; de Honduras Lempira y Costa Rica 95. De nuestra parte le suministramos africanos tolerantes como: Rumangabo, Riuru 11 y Kayira. Lamentablemente los mejores tipos que trajimos hace apenas unos meses de Kenia, el Batían y el SL 34, sólo pudo apreciarlos en su nacimiento, no en su plena producción.

Gracias a este ingente esfuerzo de Rafaelito sin escatimar recursos económicos y humanos, la caficultura ha comenzado a renacer con un futuro promisorio. Este impulso, al cual se comprometió con el Presidente Medina en Rancho Arriba el 16 de octubre de 2016, devuelve a los productores la credibilidad en la caficultura nacional. Por todo lo anterior, a nuestro humilde parecer, merece el título de: “Padre de la caficultura moderna dominicana”.
La vida le dio duros golpes familiares con la pérdida de su hermano Manuel y de su único hijo del mismo nombre. Pedimos al Señor que la resignación acompañe a sus deudos; esposa Ana Olivia; sus hijos Laura y Amelia; sus hermanas, Daisy, Noris, Kirshis y Dianita. Sus sobrinos Jorge y Manuel y todo el competente equipo de empleados y colaboradores que le acompañaron hasta sus últimos días, trabajando sin descanso.

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