Rafael Rivas – Cartas al director

Rafael Rivas – Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Manolo Tavárez Justo, como todo ser humano debe haber cometido errores en su vida y como dice el adagio popular «hasta el sol tiene manchas», pero la luminosidad y la brillantez de su vida superan de forma incalculable esos errores.

Uno de ellos, por su inexperiencia y el cual le costó la vida, fue haber confiado en la promesa del gobierno de facto constituido después del golpe de Estado a Bosch en el 1963 compuesto por un Triunvirato dirigido por Manuel E. Tavárez Espaillat, Emilio de los Santos y Ramón Tapia Espinal, consistente en respetar su vida y la de sus compañeros alzados en las escarpadas montañas de Manaclas en noviembre de ese año, si se rendían y entregaban, lamentable desacierto pues hay acciones en la que hay que luchar hasta morir en ella o triunfar y la prueba está que cuando se entregaron fueron fusilados de inmediato y sus cuerpos rajados y apuñalados con saña por las bayonetas del desalmado ejército dominicano, algo lógico pues la reacción nunca perdona ni ha perdonado ni perdonará la vida de los que osen traspasar el marco legal, reformista y permisible de la lucha en el sistema y ahí está la historia con incontables ejemplos.

Manolo personifica, como lo han repetido sus compañeros, como lo han reiterado los intelectuales e historiadores y como lo ha grabado en el alma y conciencia de la nación este pueblo, la pureza, el ideal, la resistencia y la rebelión contra los abusadores de este, mi noble pueblo.

Entonces, ¿qué sentido tiene que el Congreso Nacional, corrupto y podrido, lo declare héroe nacional? ¿Qué sentido tiene que el Congreso Nacional, cuyos representantes son miembros de los partidos que en su práctica mancillan a diario y están en contra de los ideales de Manolo lo declaren héroe nacional? ¿Qué sentido tiene que el Congreso Nacional, asalariado de los sectores económicos que han despojado a este pueblo de tener una vida digna y a los que Manolo combatió lo declare héroe nacional?

¿Qué sentido tiene que el Congreso Nacional, que el 21 de diciembre de 1963, aunque estaba disuelto ya por el golpe de Estado contra Bosch, pero existían físicamente los que fueron sus miembros, frente al asesinato de Manolo y sus compañeros hicieron mutis y que durante cuarenta años ese Congreso sigue en silencio, sin cuestionar a las autoridades sobre tan horrendos asesinatos y trate hoy de aprovechar la imagen de Manolo no solo para mejorar la propia frente al descalabro de la integridad de dicha instancia sino para de manera subterránea frente a un momento como el que vive el país de crisis permanente recordarle a la nación que los hombres como él, que se revelen al status que terminan eliminados físicamente.

Me parece haber escuchado en una entrevista al gran poeta nacional Pedro Mir, donde se le cuestionaba sobre cuál era el objetivo del paso por la vida y este aseveraba que el objetivo era atravesarla tratando de que le cayera el menor lodo posible a uno.

Los familiares y compañeros de acción de Manolo mejor deben exigir un desagravio público al igual que los familiares y compañeros de los demás asesinados porque al fin y al cabo todo lo que toque cualquiera de las instituciones de este Estado hace un efecto al estilo Rey Midas pero a la inversa, en vez de convertirlo en oro lo contamina.

Estoy seguro que a Manolo no le interesa ese «reconocimiento» y más que enaltecerlo el Congreso Nacional lo que agrega es sedimento a su legado y sobre todo cuando nuestro pueblo, primero, ya lo declaró héroe nacional en su corazón por sus hechos hasta el 21 de diciembre de 1963 y su trayectoria moral y ética exhibida a todas las generaciones, y segundo, el pueblo quiere conservarlo como lo que es, un dechado de virtud, limpio, puro, cristalino e insurrecto.

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