Rafael Toribio – Salidas hacia soluciones

Rafael Toribio – Salidas hacia soluciones

Ante cualquier situación, tanto las personas como las instituciones, pueden optar entre salidas o soluciones. La preferencia de una sobre otra estará determinada por urgencias, presiones, limitaciones o escasez de recursos, que obligan intentar salir de la situación sin atacar las causas que la crearon y posponer lo que se considera como solución.

Una salida no es la forma adecuada de enfrentar un problema, y mucho menos de pretender solucionarlo. Las medidas que representan salidas cuando se ejecutan no atacan las causas del problema sino sus inconvenientes. Los problemas continúan, sólo sus efectos negativos son paliados, momentáneamente. Las salidas se basan en una visión centrada en lo inmediato, determinado decisiones e iniciativas para enfrentar lo urgente, no necesariamente lo esencial. Las soluciones, por el contrario, atacan las causas del problema, no sólo sus efectos, y se ejecutan con una visión a mediano y largo plazos. Sin embargo, muchas veces las circunstancias obligan a escoger una salida en vez de una solución. En esos casos hay que tratar de que las salidas se orienten hacia soluciones. Lo que sucede cuando personas o instituciones se enfrentan a una situación problemática, también ocurre en el ámbito de los gobiernos, con la diferencia de que todo gobierno, por ser el administrador del Estado, debe siempre procurar tomar decisiones que representen soluciones a los problemas. Cuando esto no sea posible, toda salida debe estar orientada entonces a verdaderas soluciones.

En estos momentos como país tenemos que enfrentar graves problemas económicos y financieros, y se ha decido hacerlo a través de un a reforma fiscal que mediante impuestos produzca recursos suficientes para cumplir con los acuerdos suscritos con el Fondo Monetario Internacional, saldar las deudas renegociadas con el Club de París, honrar los certificados emitidos por el Banco Central y empezar a resolver el problema eléctrico, saldando las deudas del gobierno. En el fondo, lo que se pretende es gravar la deteriorada economía de los agentes económicos, y sobre todo del pueblo que sufre los estragos de una fuerte inflación, simplemente para pagar deudas, y como una parte importante de esa deuda, la de los certificados del Banco Central, está en manos de personas que habían decidido tomar el riesgo de colocar sus recursos en bancos que ofrecían altos intereses, ahora resulta que por la reforma fiscal que se pretende aprobar se le quitan recursos a los que menos tienen para entregárselos a los que más tienen.

Una reforma fiscal debiera ser para lograr los recursos necesarios que permitan financiar un plan de desarrollo nacional, con objetivos y metas a corto, mediano y largo plazos; que tenga por finalidad el desarrollo humano sostenible; y permita un crecimiento económico con desarrollo que, además del crecimiento de la economía, produzca la distribución de las riquezas socialmente generadas a través de políticas públicas que favorezcan principalmente a los sectores sociales menos favorecidos. La reforma fiscal que se promueve, por el contrario, es solamente para pagar deudas. Se exige un sacrificio al pueblo, cuando su poder adquisitivo ha sido drásticamente deteriorado, sin que este nuevo sacrificio signifique algún tipo de inversión social para mejorar su bienestar presente y, especialmente, futuro.

Ante esta situación parece justo y razonable que se exija la aprobación de una reforma fiscal con visión de mediano y largo plazos para que los ingresos generados no sean solo para pagar deudas a terceros. El Estado tiene una deuda social con sus ciudadanos que se niega a pagar, mientras paga otras deudas. Debe exigirse también que una parte de los ingresos generados por la reforma que se pretende aprobar sean especializados para financiar programas que esperan su implementación, o que pudieran ser suspendidos por falta de recursos, en educación, salud y seguridad social, entre otros Por otro lado, la reforma que debe aprobarse tiene que estar orientada al establecimiento de un sistema impositivo en el que tribute más quien más tiene. Cuando las circunstancias presionan para que se adopten salidas, debemos orientarlas hacia soluciones. Eso es lo que deben hacer las autoridades salientes y las entrantes.

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