Raíces de un terrorismo, razones del terrorista

Raíces de un terrorismo, razones del terrorista

De nuevo un mortífero atentado terrorista del extremismo yihadista al que por mala fe o ignorancia algunos confunden con el islamismo, de nuevo un acto de barbarie en que se el fanatismo de una secta religiosa ultra minoritaria, en nombre de una particular interpretación religiosa derrama sangre inocente, desencadenado una discusión sobre el hecho, en cuyos juicios condenatorios prevalece de manera cuasi absoluta una pasión que no da pie a la razón, a la búsqueda de la raíz de esos recurrentes actos criminales. Estamos ante uno de esos momentos en que, en nombre de la religión, reducidos grupos recurren a la violencia criminal contra las pretendidas herejías de algunos de sus miembros o de otras fe, cuyo trasfondo es esencialmente político.
Los contenidos de los diversos libros y textos en que se basan determinadas religiones y corrientes religiosas están estrechamente relacionados con el contexto histórico y político en que estos se redactaron. Tienen las particulares interpretaciones de la fe de sus redactores. A propósito del islamismo, es bueno recordar que Mahoma era analfabeto, sus prédicas fueron interpretadas y escritas por sus discípulos en el Corán 40 años después de su muerte y, al igual que la Biblia, en su escritura y lectura hay diversas interpretaciones. Por eso, posiblemente, en el Corán aparecen incitaciones a matanzas de herejes recogidas por uno de sus redactores, que al ser fruto de un contexto y momento no determinan la esencia del islamismo.
En Europa, el trasfondo de muchas disputas y guerras cuyos combatientes que se cobijaban bajo escudos religiosos era esencialmente político, se hacían por el control territorial de algunos líderes políticos y/o religiosos locales para mantener sus privilegios. En las luchas campesinas del siglo XVI en algunos países centro europeos se registran incitaciones al crimen contra supuestos herejes, como forma de mantener esos privilegios. En Alemania, por ejemplo, en su defensa del príncipe local en lucha contra los campesinos, Martin Lutero decía: “contra las hordas asesina y ladronas, mojo mi pluma con sangre: sus integrantes deben ser aniquilados, estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien pueda hacerlo como se mata a los perros rabiosos”.
Pero, sabemos que los crímenes contra supuestos herejes, las cacerías y quema de supuestas brujas, la atmósfera de terror impuesta por las inquisiciones protestantes como católicas son esencialmente cosas del pasado, también que durante siglos el islamismo convivió en completa paz con cristianos y judíos. Las abominables interpretaciones religiosas que originaron innumerables matanzas no determinaban ni determinan lo que son en esencia el catolicismo, el protestantismo y el islamismo. Las raíces del extremismo yihadista hay que buscarlas en las relativamente recientes relaciones de algunos territorios y líderes locales del mundo musulmán con determinadas potencias occidentales.
Está profusamente documentado el papel de esas potencias en la formación del Talibán y del ISIS, desestabilizando territorios y estimulando las luchas entre líderes locales para imponerse allí y saquear sus variadas riquezas. En dicho papel, y en la miseria en que viven las familias de muchos jóvenes musulmanes reclutados por esos líderes locales, es donde deben buscarse las principales razones del terrorista y las raíces de un terrorismo que no es musulmán, sino yihadista.

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