Raíz y futuro de la música latina

Raíz y futuro de la música latina

POR NACHO CASADO
 (1 de 2)
EFE Reportajes.- La música latina completó el pasado año su desarrollo y dejó espacio a todas aquellas propuestas rítmicas hasta ahora no tan difundidas, como la bachata o el vallenato. Al impulso inicial vivido a raíz del sonido Emilio Estefan Jr. y los proyectos comerciales que orbitan en torno a la música de baile con gestos étnicos, le han sucedido grupos de artistas que reclaman su hueco sin ambages ni complejos.

A nadie le asusta oír hablar de cumbia, guaracha, montuno, bachata, porro o guaguancó, por citar algunos ejemplos frente a los internacionales ‘son’, tango o bossa nova. La raíz latina se abre por sí sola, fusionada o en estado bruto, y tanto Europa como Estados Unidos permanece atenta a ella. Empero, los movimientos migratorios de los ciudadanos latinos son cada vez mayores y sus usos y costumbres se adaptan al mundo preferentemente occidental que vivimos.

Es momento de presumir y educar sin atender a fórmulas o formas artificiosas ya que el aspecto auténtico y puro de las músicas boricuas, aztecas, colombianas, peruanas o venezolanas enamora en la calle y a las audiencias más urbanas.

Si bien aún hay escaparates poderosos que promocionan esta cantidad ingente de géneros, la entrega de los Grammy Latinos es uno de los eventos más potentes, otras posibilidades como el Festival Rock al Parque, en Bogotá, distribuyen las claves para entender y amar las tendencias juveniles de la comunidad latina.

ROCK EN EL PARQUE

El festival gratuito y más grande del estilo ‘rock’ tuvo una cálida acogida por parte del público asistente durante las tres jornadas que duró el espectáculo. El parque metropolitano Simón Bolívar se vistió de gala con las actuaciones de algunos de los artistas más representativos del panorama musical latino.

Al décimo festival fueron invitados las bandas mexicanas Molotov, Café Tacuba , Kinky, y su compatriota la cantante Julieta Venegas, y el puertorriqueño Robi Draco, ex integrante de Menudo.

También, los rockeros argentinos Charly García, Luis Alberto Spinetta y Vicentico -antiguo miembro de Los Fabulosos Cadillacs-, las bandas Babasónicos y Catupecu Machu, también argentinas, o la venezolana Desorden Público estuvieron presentes.

En algunos casos, por éxito y nivel de difusión, han coincidido bandas y autores en acontecimientos de calado alternativo y comercial. El caso de Julieta Venegas es tan revelador como el de los citados Café Tacuba o el del argentino Charly García. Además, cada vez son mayores las ‘alianzas’ en escena entre autores de distintas nacionalidades y lengua común.

Ya no hay fronteras y es fácil escuchar un corrido con tintes rock, un tango arrabalero a ritmo de ska, la cumbia con matices electrónicos (technocumbia) o la curiosa mixtura que proporciona la rumbachata.

A las estrellas de costumbre, cuya presencia siempre es noticia (Ricky Martin, Paulina Rubio, Thalía, Gloria Estefan o Chayanne, entre otros), se les han unido otras personalidades que reclaman una carga de profundidad distinta, amén de una exploración de la raíz en sintonía con los géneros más escuchados en el planeta. A saber: rock, pop, punk, electrónica y música disco.

Lo que trasciende da una ligera idea de la importancia capital de las comunidades en el mundo y de la posición cultural que ocupan sus países en la música. México, Argentina, Cuba, Colombia, Venezuela y Brasil son – quizás- los que mejor venden su producto. Pero también son los países en los que existen mayores facilidades creativas.

Aparte de este análisis, no hay que desmerecer a esos grandes representantes de otras latitudes que defienden bandera. Puerto Rico, Perú, Santo Domingo o Chile tienen también espacio personal en las emisoras, pero su alcance es desigual. En el caso de Puerto Rico trascienden personalidades más dedicadas a la interpretación y al baile que a la composición.

Es instante precioso para determinar la diferencia entre ponerse simplemente detrás de un micrófono, o hacerlo una vez se ha compuesto.

LA BOMBA LATINA

«Booomba», cantaba el argentino King África en una suerte de ‘pachanga’ – como le gusta denominar su estilo- para los públicos de España, Uruguay, Chile, Colombia, México.

El título de marras fue un ‘hit single’ de los que abundan en las listas de éxitos y ‘tops’. Canciones desenfadadas con la mera intención de hacer disfrutar al respetable. El concepto surtido de ritmos bailables, melodías pegadizas y letras picantes es uno de los más vendidos e imitados.

Esta fórmula es internacional e igualmente uno puede encontrar su homólogo en las canciones anglosajonas más radiadas.

Sin embargo, la convocatoria que arrastran los compositores, músicos e intérpretes (todo en un mismo paquete) está relegando a los cazadores de masas a un segundo plano. O por lo menos, y a tenor de los resultados de este año que termina, es lo que se viene apreciando.

UN BUEN INVENTO AZTECA

La mexicana Julieta Venegas podría ser ‘la autora del año’ gracias al giro copernicano que ha realizado con su último disco: «Sí». La cantante y compositora azteca ha visto cómo se incrementaban las ventas de este álbum cuando decidió entrar de lleno en el ‘pop’ tan personal que contiene triunfos, como la canción «Andar conmigo».

Venegas se considera un «producto de la frontera» por haber nacido en Tijuana (localidad mexicana limítrofe con los Estados Unidos). Defiende con energía un producto de «mezclas, matices y ritmos de horizonte», según se desprende de sus palabras. Y es capaza de afirmar que está «llena del ballenato, con mi cabeza llena de Carlos Vives, Celso Piña y otros grandes músicos».

No obstante, en ella siguen vigentes los ideales artísticos. «Es como me sale, cuando es válido se lo transmito al público y lo pruebo. Es importante que me emocione y me pongo igual de nerviosa. Es algo que seguirá desarrollándose conmigo y espero continuar creciendo», refiere.

También es de destacar el trabajo de Lila Downs, que formula la etnicidad azteca en sus múltiples siluetas. Lila ensaya género mixteca y las lenguas indígenas de México: el zapoteco, el maya y el nahuátl para arropar la migración obligada, sin olvidar la lengua sajona del padre.

Lila, la Frida Kahlo de la mixtura indígena, es un puente entre civilizaciones, como data su biografía, y su último disco «Una sangre» es prueba de ello.

La también mexicana Ely Guerra, por su parte, salió a la palestra como cantante de ‘pop- rock’ pero su mente abierta provocó numerosos cambios en la profundidad de su lírica. «Lotofire» (1999) supuso el inicio de su éxito. Ha compartido portada en la revista estadounidense «Time» junto a Julieta Venegas.

Por su parte, el rock continúa estimulando el corazón de los más jóvenes y bandas como Café Tacuba, Molotov, Jaguares (antiguos Caifanes) o El Tri mueven pasiones.

El hip hop latino de «Control Machete» también está subiendo en la cotización, así como la música nortec (electrónica y tololoche, el contrabajo norteño) o la norteña, de éxito en el mundo e impulsada por Los tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana o El Grupo Exterminador. Llegan al público las historias de drogas, crímenes, alcohol o tiroteos, a través de lo que se llama «narcocorridos».

Maná sigue siendo el grupo más exportado de México, mientras que Carlos Santana, maestro de la guitarra, es ya un mito que trabaja desde los Estados Unidos.

«Mi música es un espejo de mi forma de ser. Soy una mujer, fuerte, decidida, que sabe lo que quiere y que lucha por lo que quiere. Soy apasionada y rebelde», destacaba Paulina Rubio ante la inminente publicación de su último trabajo, «Pau-Latina». El disco incluye todos los ritmos imaginables. Mariachi, reggaetón, dance, hip hop o flamenco se fusionan bajo la producción de Emilio Estefan, entre otros.

Paulina ha cosechado un triunfo en los Estados Unidos con el presente trabajo. Sin embargo, en la entrega de los Grammy Latinos del 2004 no vio compensados sus deseos. Ha sido una de las más perjudicadas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas