Rajoy, el corredor de fondo llega en cabeza

Rajoy, el corredor de fondo llega en cabeza

Madrid. El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, presume de ser un hombre normal en su vida privada, pero en política se le reconoce ser un resistente, un corredor de fondo que ahora llega en cabeza a su cuarta cita con las urnas.   Experiencia se le supone a este gallego nacido en 1955 en Santiago de Compostela, que ha pasado por diferentes cargos, locales y nacionales, desde que en 1981 fue diputado en el Parlamento de la región de Galicia.

Y de esa trayectoria ha hecho gala en esta campaña, en la que sus tres principales rivales son hombres nacidos en los años 70 y sin experiencia de gobierno.   Para gobernar “hay que haber sido al menos concejal”, ha reiterado en esta campaña Rajoy, que lo fue también en su tierra gallega en los años 80, antes de ir a Madrid a hacer carrera política.

Una carrera que le llevó a ser ministro de cuatro carteras diferentes en los ocho años de Presidencia de José María Aznar (1996-2004).   El propio Aznar fue quien eligió a Rajoy como candidato a sucederle en 2004, en unas elecciones en las que se veía ganador pero que llevaron al poder al socialista José Luis Rodríguez Zapatero en medio de la conmoción por los atentados de islamistas radicales en Madrid que causaron 191 muertos.

Cuatro años más tarde volvió a perder ante Zapatero y en el verano de 2008 hubo quien dio por acabado a Rajoy, quien, no obstante, volvió a ejercer de resistente, supero el embate de sus detractores dentro del partido y se rehizo al frente del PP.   La revancha llegó en noviembre de 2011 cuando, aupado por el descontento general con los socialistas por la crisis económica, Rajoy alcanzó la Jefatura del Gobierno y el último peldaño de su carrera.   Hombre discreto, casado y padre de dos hijos, Rajoy llama mucho la atención cuando, precisamente, elude los focos.

Así, fue muy criticado en la primera etapa de su mandato porque no daba ruedas de prensa y hacía declaraciones institucionales a través de las pantallas y hace una semana las críticas se redoblaron cuando envió a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a debatir con sus tres jóvenes rivales.

En estos años le han echado en cara que no haya dado explicaciones exhaustivas por los casos de corrupción que han afectado a dirigentes y cargos públicos de su partido, aunque él terminó por aceptar que se había equivocado con Luis Bárcenas, a quien él nombró tesorero del PP y que acumuló millones supuestamente pagados por empresarios.   Poco dado a levantar la voz, lo ha hecho las pocas veces que le han acosado con críticas por la corrupción, como cuando el lunes pasado dijo al socialista Pedro Sánchez que era “ruin y miserable» por decir de él que no era honesto.

Refractario a las declaraciones a los medios, Rajoy ha salido a la calle en esta campaña para volver a ponerse en la piel de candidato e intentar repetir como presidente.   Las encuestas le dan ganador, pero con una mayoría simple que le haría necesario pactar, un escenario anómalo en la política española.   Buen aficionado al deporte, en especial al ciclismo, llega ahora en cabeza al final de la larga etapa electoral y con la intención de administrar su ventaja para mantenerse como líder.

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