Confieso que quede atribulado, atónito, aturdido, desconcertado, confundido, al leer en la página 10 del periódico HOY del pasado sábado 10 de junio, el titular de la noticia publicada en dos columnas cuyo encabezado proclama “haber rechazado 57 solicitudes” y destaca a continuación esta increíble, por no decir penosa decisión: “La JCE reconoce Partido de Ramfis.” ¿Partido de Ramfis? ¿De Ramfis Domínguez Trujillo? Caí de espalda. ¡Enmudecido!
Se trata de un partido sublimemente bautizado “Esperanza Democrática” (PED) ¿Leyó bien? ¿Quién lo preside? Un sujeto desconocido, que sale al ruedo y se identifica como Ramfis Domínguez Trujillo. Eliminemos el primer apellido, que poco importa. Lo que sí importa es lo que este señor quiere resaltar, lleno de orgullo, que él es, nada más ni nada menos que nieto del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, de ingrata recordación. La Junta Central Electoral mediante su nefasta Resolución 24-2023, pretende justificar lo injustificable cuando declara “haber cumplido con todos y cada uno de los requerimientos que establece la ley y que lo convierte en sujeto activo y pasivo de derechos y obligaciones, por lo que puede realizar todos los actos jurídicos que fueren necesarios para sus fines propios.” A seguidas señala “las formalidades que la Junta deberá cumplir a fin obtener su legitimidad, a pena de quedar sin efecto su reconocimiento.” ¡Albricia!
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Pero ese no es el “quid” del asunto. Lo grave del caso es, precisamente, la desdichada decisión tomada por la JCE que pretende, persigue y consigue, por supuesto, revindicar el Trujillismo, esa abominable dictadura que derramó tanta sangre de tanta gente inocente y valientes ciudadanos opuestos a esa luctuosa Era que ahora, la JCE, quiere reconocer exaltando al nieto de Ramfis Trujillo, sin otro mérito que no sea, nada más ni nada menos, que nieto de su queridísimo abuelo, Generalísimo Dr. Rafael Trujillo Molina, “Benefactor de la Patria y Padre de la patria nueva”, aborrecido y desterrado por el pueblo dominicano que puso punto final a su opresivo, repulsivo e impiadoso gobierno dictatorial de 31 años de atropellos, abusos, asesinatos, torturas y muertes a granel hasta la valiente oposición de notables ciudadanos llenos de patriotismo y coraje que expusieron y dieron sus vidas con su osadía de deponer el gobierno del Generalísimo dándole una muerte merecida y devolviéndole al pueblo su libertad y el honor de una patria libre, soberana e independiente, tal fuera soñada por nuestro ilustre fundador, Juan Pablo Duarte y sus dignos compatriotas enfrascados en denodada lucha por la verdad, la justicia y la democracia.
El reconocimiento del “Partido Esperanza Democrática” por la JCE, ajeno al personal que funge de presidente y militante de dicho partido no tiene justificación. El trujillismo no debe sobrevivir. Si les faltó coraje a la JCE para tomar una decisión que el pueblo agradecería, entonces sus miembros pudieron y debieron deponer sus cargos y renunciar.