Raphael: el de siempre

Raphael: el de siempre

ANGEL CHAN AQUINO
Tuve la ocasión de ver la actuación de Raphael en el Club Naco. Más que por otra cosa, me indujo el interés de observar la evolución de un paciente a quien se le ha realizado un trasplante de órgano tan importante como el de hígado. Para mi satisfacción médica, he visto a un hombre con toda la energía de que ha hecho gala desde su inicio en el arte. Raphael luce físicamente bien. Su voz tiene los mismos matices que le permiten modularla para variar desde la suavidad del «crooner» hasta la potencialidad con la que se da el lujo de dejar el micrófono y hacer que cubra el amplio escenario, sin pérdida de armonía.

Lo hizo en dos ocasiones. No sólo mantiene calidad en la voz, sino esa energía que le permite cantar continuamente sin muestra de cansancio.

Después de terminar un extenso programa en el que cantó sus antiguos éxitos y sus nuevas creaciones, muchas veces coreadas por una entusiasta audiencia, complació peticiones en tal medida que casi tomó un tercio de tiempo del programa original.

No es el propósito hacer una crónica de este acto, ya que ese es terreno de los periodistas especializados, pero sería injusto no hacer eco de la actuación de Jeffrey. Es un artista de tabla que transmite al público, con emoción, su sensibilidad. La masiva concurrencia que asistió al concierto lo premió, merecidamente, de pie, con nutridas ovaciones… Fue una digna representación dominicana como contraparte del coloso.

El trasplante de hígado consiste en la remoción de un hígado enfermo resistente a toda otra forma de tratamiento, para ser reemplazado por un hígado enfermo resistente a toda otra forma de tratamiento, para ser reemplazado por un hígado sano obtenido de un donante recientemente muerto sin antecedentes de enfermedad en este órgano. El hígado se transporta en solución salina fría que lo preserva por hasta 8 horas, tiempo que permite realizar las pruebas necesarias de compatibilidad donante-recipiente. Hay dos procedimientos: Implantación completa del hígado -el más común-. Dura unas doce horas y requiere una gran cantidad de trasfusión sanguínea. Una segunda opción consiste en la donación de una porción de hígado por una persona viva, generalmente pariente ó amiga. Conlleva cierto riesgo para el donante, dada la naturaleza de la operación. Pero, como el hígado se regenera por sí mismo, los dos hígados suelen asumir su función normal. Los centro más importantes que practican este procedimiento en el mundo, presentan como promedio, un 75% de supervivencia al cabo de los años.

Dos inconvenientes pueden ocurrir en el postoperatorio: el rechazo del trasplante y el hecho de tomar fármacos inmunodepresores de por vida, lo que podría dar lugar a debilitamiento físico, entre otros. Este último hecho es la razón principal por lo que quise presenciar el concierto. El paciente demostró esa noche haber pasado por encima de todos los obstáculos, como lo evidencia la expresión de energía arriba descrita. Raphael. Trasplante de hígado. Triunfo de la ciencia médica.
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achan@verizon.net.do

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