Rara coincidencia

Rara coincidencia

JOSÉ LOIS MALKUN
Aunque las grandes empresas extranjeras que operan en el país pueden contarse con los dedos de una sola mano (excluyendo las zonas francas), de repente dos de ellas, con una larga tradición, deciden vender sus activos y cerrar sus operaciones locales. Hablamos de Verizon y la Shell.

Hace unos meses, el City Bank también vendió su cartera al público, quedándose con algunas operaciones comerciales grandes. O sea, que para fines de banca y pool ya el City Bank cumplió su rol histórico en la banca dominicana.

Una venta puede ser coincidencia, dos en menos de un mes es algo sospechoso, pero tres en este año dan motivo para pensar que algo está pasando con la inversión extranjera.

Parece que los inversionistas están tomando muy en cuenta el nivel de riesgo del país.

Pero como donde quiera se cuecen habas, algunos funcionarios del Gobierno califican esto de buena señal y de confianza en la economía y el país. Otros, por supuesto, más analistas y realistas, dudan de tanta belleza y estiman que las perspectivas económicas dominicanas no ofrecen ni garantías de estabilidad y muchos menos de seguridad.

Y a esto le huyen los inversionistas como el diablo a la cruz. Si bien han aparecido compradores para la cartera del City y para la compañía Verizon, siempre hay un precio para el riesgo. O sea, los inversionistas que quieren abandonar sus negocios en un determinado país, le ponen un precio a sus activos que atrae a otros que están dispuestos a asumir el riesgo a ese precio. Claro está, en el caso de Verizon la venta no está aún concretada por problemas impositivos surgidos posteriormente, lo cual debió haberse dilucidado antes de hacerse el anuncio.

Ahora la situación empeora, porque la negociación está en el limbo y los servicios de esta empresa muestran cada día un cierto deterioro.

Era raro escuchar con tanta frecuencia la respuesta “las líneas están ocupadas”. Y eso no es coincidencia.

El Gobierno debe solucionar este problema a la brevedad posible, porque el grupo comprador de Verizon es bueno y muy solvente, abriendo la posibilidad de que amplíe sus inversiones en otras áreas. Esto no quiere decir que se le ofrezcan concesiones impositivas a nadie y hay que reconocerle al Director de la DGII su firme y clara posición al respecto.

Sobre la Shell, no conocemos el precio de venta ni quiénes serán los nuevos dueños, que se convertirán automáticamente en socios del Gobierno. Pero se tienen informes de que su retiro está relacionado con algo más que una simple decisión administrativa. De ser cierto que hay anomalías por parte de su socio, o sea el Estado Dominicano, y conflictos de intereses con algunos de sus representantes, entonces estamos en una situación mucho más grave. Porque esta empresa tiene presencia en un centenar de países, como la tiene también en todos los mercados de capitales importantes del planeta.

Y si se revelan informaciones sobre prácticas no éticas de alguna autoridad publica, eso tendrá tremendas repercusiones en la inversión extranjera. Esperamos que esta situación quede debidamente aclarada, porque tarde o temprano se sabrá lo que realmente pasó.

Si a todo esto le agregamos el desvío a otros países de importantes proyectos de inversión extranjera, por la incapacidad y el desinterés mostrado por las autoridades para cumplir con los requisitos de integración al RD-CAFTA, estamos en camino de un acelerado retroceso en nuestra capacidad productiva y competitiva.

Quizás las inversiones en turismo encubran un poco este retroceso pero jamás compensarán las pérdidas en el empleo y en el valor agregado que generan estas inversiones en otros sectores de la economía.

No hay país en el mundo (excepto los que están en guerra o no tienen nada que ofrecer en materia de seguridad ciudadana) que no le dé la más alta prioridad a la inversión extranjera. Esa ha sido y seguirá siendo la única fuentereal para atraer capitales frescos y generar riquezas y bienestar social.

Pero la inversión extranjera por sí sola no puede garantizar absolutamente nada si el país receptor de esos capitales está miserablemente administrado y no puede darle seguridad ni a sus propios ciudadanos. Y en esto somos unos expertos, por lo que no sólo ahuyentamos a los inversionistas que ya están aquí, sino también a los que podrían venir en el futuro.

Ojalá que las playas sigan siendo el sueño de muchos turistas alrededor del mundo, porque el día que eso cambie por el clima, las radiaciones solares, la inseguridad ciudadana o la crisis del mundial, nos las veremos fea, muy fea.

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