Rasgo imborrable del año que termina

Rasgo imborrable del año que termina

A escasos días de entrar en el 2013, podría decirse que, por encima de todas las calamidades padecidas en el 2012, la que más afectó la vida dominicana fue el enraizamiento de la violencia, que de manera colectiva provocó un temor por el cual nadie estuvo exento de sentirlo.

Y no fue para menos; no había hora ni día en que los antisociales no hicieran de las suyas, o en querellas intrafamiliares la violencia asumía los ribetes de tragedias irreparables con la agresividad mortal de las parejas o de los hijos, arremetiendo en contra de la vida de sus familiares.

Diciembre concluye con la mayor cantidad de muertos que pudiese ocurrir en un mes, a los cuales se le añaden los ocasionados por los accidentes de tránsito, que tan frecuentes han sido en este periodo navideño.

Algo está ocurriendo en la sociedad dominicana que ya ni siquiera la violencia nos conmueve y hasta se le ve con cierta indiferencia, no obstante que son millares de dominicanos  que se abstienen salir de noche y buscan por todos los medios  resguardarse en sus hogares tan pronto la oscuridad invade los cielos y las calles, por aquello de los frecuentes apagones.

No solo fue la violencia el rasgo más notable del 2012, sino que la pasión por la política envolvió a toda la sociedad, que vivió en toda su intensidad el desarrollo del proceso electoral que culminó con las elecciones de mayo pasado y llevó al poder una opción, que si bien proviene del oficialismo peledeísta, en los pasados cuatro meses y medio va sembrando las simientes de un nuevo estilo que no termina de brotar con fuerzas como aquella parábola del sembrador que la semilla al esparcirse caía en buena y mala tierra o era arropada por la mala hierba.

 Pese a vernos azotados por la violencia y el laborantismo político, los dominicanos supimos gozar del  espíritu de alegría que permitió disfrutar de buenos espectáculos que se veían apoyados por masivas concurrencias en los lugares donde se presentaban los artistas y todo eso estuvo aderezado por el final de película del torneo de béisbol profesional que mantuvo hasta el último día del torneo regular de cuáles serían los cuatro equipos a competir  en la serie  semifinal.

Si los primeros ocho meses del año fue dominado por las elecciones, de sus resultados y del período de transición con tantas inauguraciones, los  pasados cuatro meses tomaron otro rumbo, con un nuevo estilo minimalista de gobierno para que el pueblo no se sintiera apabullado por la majestad del poder que hasta la silla presidencial se trasladaba a cada inauguración y la aparatosidad de la seguridad ocasionaba un rechazo generalizado de la gente sensata en que eran reemplazados por los infelices que acudían en la búsqueda  de una ayuda.

El año concluye con una esperanza que se alberga en el corazón, y todavía anhelando que se mantengan aquellas medidas iniciales adoptadas en los primeros  días posteriores al 16 de agosto, desde la austeridad hasta el 4% presupuestado  para educación, el plan de alfabetización, el sorteo de escuelas y acueductos para llevar transparencia a las obras estatales, las visitas presidenciales inesperadas a instituciones públicas y comunidades apartadas de la capital y otra serie de medidas, las cuales deben contar con equipo humano motivado y capacitado para seguirle el ritmo al presidente  Medina, de manera que sus buenas intenciones y proyectos de su plan de gobierno, no fracasen.

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