Rasgos de la personalidad

Rasgos de la personalidad

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
La personalidad se entiende como un conjunto organizado de rasgos, es decir, son los comportamientos relativamente permanentes y estables en el tiempo, que caracterizan a un individuo; y la misma se desarrolla a inicios de la temprana infancia y va adquiriendo forma y consistencia hasta la edad de la adolescencia.

Es por esto, que podemos definir la personalidad como un patrón de comportamientos que incluye sentimientos y pensamientos los cuales se mantienen a lo largo de la vida de un individuo; ya que la personalidad no es más que las disposiciones persistentes e internas que hacen que el individuo piense, sienta y actué, de manera específica.

Si entendemos que la personalidad define las características de una sola persona, resaltando los aspectos que lo distinguen de los demás, pues entonces pudiéramos referirnos a una descripción de su personalidad, la cual lo hace único/a.

A través de diversos estudios se ha podido observar que tanto la herencia como el medio ambiente influyen en la adquisición de la personalidad, en donde la educación también juega otro papel preponderante e influyente.

Aún así, nuestra personalidad se puede ver influenciada por algún acontecimiento importante en nuestras vidas que nos puede hacer cambiar «nuestra forma de ser». Pero esto no implica que no podamos mejorar nuestra personalidad o volver a hacer cómo éramos antes.

Si vemos que los principales acontecimientos de la vida en la edad adulta requieren una considerable aceptación, entonces es probable que nos hagamos la interrogante de si estos acontecimientos también conducen a cambios significativos en la personalidad. Sin embargo, son relativamente pocos los estudios en los que se examinan de manera sistemática los efectos de los acontecimientos específicos de la vida sobre el desarrollo de la personalidad del adulto, pero los datos que existen sugieren que tanto los hombres como las mujeres se tornan menos centrados en sí mismos y desarrollan mejores habilidades de confrontación con la edad; por lo que un estudio longitudinal descubrió que las personas son más benévolas, dedicadas, productivas y confiables a los 45 años de lo que fueron a los 20.

Por esto, es preciso conocer que a pesar de que los teóricos de los rasgos rechazan la idea sobre la existencia de unos cuantos tipos muy definidos de personalidad, con anterioridad se ha señalado que las personas difieren en varias características o rasgos, tales como, dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad, aunque todos poseemos estos rasgos pero unos en mayor o menor grado que otros. Estos rasgos pueden calificarse en cardinales, que aunque son relativamente poco frecuentes, mayormente influyen en todos los actos de una persona, de manera que prácticamente todos sus gestos o actitudes lo revelan; están los rasgos centrales, que son más comunes a pesar de que no siempre son observables en el comportamiento; y los rasgos secundarios, que son atributos que no constituyen una parte vital de la persona pero que intervienen en ciertas situaciones.

Nuestra personalidad puede manifestar ciertas características sin tener un trastorno de la misma. Cuando los rasgos de la personalidad condicionan el comportamiento de la persona en todo momento, dificultando la adaptación social del individuo, entonces podemos hablar de la posibilidad de un trastorno de la personalidad.

De manera que, se considera que una personalidad psicológicamente sana y equilibrada tiene las características de flexibilidad, por lo que trata de personas que saben reaccionar ante las situaciones y ante los demás de diversas formas, ya que poseen un repertorio amplio de conductas y utilizan una u otra para adaptarse a las exigencias de la vida, en vez de comportarse de un modo rígido e inflexible; lleva una vida más variada, realizando diversas actividades, en vez de centrar su vida alrededor de un mismo tema; es capaz de tolerar las situaciones de presión y enfrentarse a ellas y no se viene abajo ante las dificultades y contratiempos; y su forma de verse a sí misma, al mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad.

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