Rayos y truenos

Rayos y truenos

¡Rayos, truenos y centellas! Exclamación frecuente en las tiras infantiles para señalar una explosión de cólera, similar a los horribles estruendos durante las tormentas. Los que hemos nacido por estas latitudes, durante las tormentas de fines de primavera a comienzos de otoño, nos sobrecogen los truenos que acompañados del deslumbramiento de los rayos, son un fenómeno fabuloso. Bueno y ¿qué son rayos y truenos? No me refiero al hilo de luz, ni al ruido súbito e impresionante que le sigue, sino, ¿por qué ocurren? ¿cómo se originan?

Estudiando electricidad pasamos por el condensador. En su forma más simple está constituido por dos placas metálicas separadas entre sí una corta distancia, espacio lleno de aire, el dieléctrico. Una de las placas está conectada al polo negativo de una batería, la otra al positivo, es decir, la corriente es directa. Entre las dos placas se crea una tensión por la atracción entre las electricidades de distintos signos. La tensión entre las placas puede llegar a ser grande, dependiendo del tamaño de ellas y la distancia. Todo quedaría tranquilo sino fuera porque hay unos electrones errantes, denominados libres, que saltan de un átomo a otro, bailarines atómicos. Al separar las placas algo más, aumenta la tensión entre ellas, crece y crece, los elementos positivos, átomos y moléculas son más “fuertes y pesados” halan los pocos electrones libres y se produce una descarga eléctrica.

En la naturaleza, las placas de la Física de laboratorio son las nubes y la superficie de la tierra, también separadas por aire, solo que las placas se cargan de electricidad a través de una batería. Pero, ¿cómo se cargan de electricidad las nubes y la superficie terrestre? Esta acción la dirige el general Sol, y, dos fieles tenientes que se deben a él o más bien, familiares, digamos “nietos”: agua y vientos. Los tres se las arreglan e interactúan para producir tensiones de millones de voltios.

Sabemos, porque lo vimos en otra entrega, que cuando la temperatura alcanza determinados valores, sobre los 26/27 °C el agua abandona la superficie terrestre y asciende formando gotitas que son sometidas a violentos vaivenes y traslados por los vientos que ha generado el mismo calor. Las gotitas zarandeadas, cizalladas, se dividen en un polvo acuoso y partículas más grandes. El polvo acuoso, más ligero que las partículas, se deja llevar del viento y se aleja de las partículas. Un condensador. Resulta, sin embargo, que el polvo acuoso está cargado negativamente y las partículas tienen cargas positivas, por tanto, se establece entre ellas la “susodicha” tensión que crece con la separación, la nube queda cargada de electricidad.

Flota, así, sobre nosotros una nube tempestuosa electrizada negativamente. Ahora el condensador natural, queda formado entre ella y la tierra, desarrollando una tensión tremenda que a los 2000 metros de altura puede alcanzar un ciento de millones de voltios. La nube y la tierra se mantienen separadas por el aire, cuya acción aislante no puede vencer al principio, y,  no podría nunca, si no fuera por el trabajo de los “errantes libres”, electrones, de los que, por cierto, hay muy pocos en la negra nube. Los electrones quedan sometidos a las gigantescas tensiones que tienden sus “hilos” entre la nube, negativa, y la tierra, positiva.

Los electrones libres no tienen opción, emprenden una velocísima carrera hacia la tierra. En su trayecto, golpean moléculas con átomos neutros y les arrancan electrones, los que en torbellino vuelven a chocar con otros neutros, la catástrofe va desencadenándose como un alud, recuerda la reacción atómica en cadena y quizá suena como ella. La tensión se abre paso hacia la tierra con una potencia irresistible y primitiva, la temperatura se eleva a 20,000 grados centígrados que enciende el trayecto con luz blanca, rayo, se produce una explosión como de una gigantesca mezcla de carburante y aire en los motores de combustión, acompañada de una detonación horrísona y fragosa, el trueno.

Ha caído un rayo en menos de un segundo, vino desde la nube negra hasta la tierra. La naturaleza, sin embargo, tiene sus trucos, no siempre los rayos se precipitan de las nubes a la tierra, a veces, las nubes son positivas y absorben los electrones libres haciendo que el rayo se dirija de la tierra a la nube. De hecho, también hay rayos de nube a nube y toda una combinación: nube a nube y simultáneamente caída a tierra, no sólo en un lugar, sino en varios.

El rayo no es tonto, recorre el camino más corto. Consecuentemente, busca los puntos más elevados para descargar o para salir, según proceda su dirección. Por eso, en un llano, el molino de viento tiene una gracia especial para los rayos, como la tienen las torres, montes pelados o cargados de altos árboles.

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