Razones de Balaguer

Razones de Balaguer

Una de las razones por las que Joaquín Balaguer enfrentó el proyecto de construcción de la Presa de Madrigal, fue el financiamiento multilateral. Argumentó lo innecesario del préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y este parecer fue sostenido por los legisladores reformistas en el Congreso Nacional. Al transmitir sus recomendaciones por nuestra vía, me preguntaba: “¿Por qué necesitan contratar préstamos para construir cualquier obra?”. La otra razón fue ecológica.

Eran los tiempos del cuatrienio constitucional de 1982 a 1986. Un día, conversando en la casa de su sobrina Carmen Rosa, en Queens, Nueva York, discurrió sobre esa cercana y desconocida zona. Habló sobre Madrigal, no de la estructura en perspectiva. Entendía que el lugar era inadecuado para levantar una represa. “El pretexto es el agua para Santo Domingo. Ninguna cuenca hidrográfica reúne las condiciones de Nizao. Aunque ambas deben ser protegidas, Madrigal carece del potencial que muestra Nizao”.

Además, dijo, la cuenca del río Nizao ofrece condiciones naturales para levantar un sistema en cadena. Le recordé que estaban erigidas una represa hidroeléctrica, Valdesia, y una presa de derivación, Las Marías. “He pensado en un sistema en cadena a partir de la parte alta de la cuenca”, expresó. Y como si estuviese mostrándome el lugar, efectuó un recorrido mental por la zona donde más adelante levantó a Jigüey y Aguacate. Balaguer conocía su tierra y podía hablar de ella, aún ciego, como si pisase palmo a palmo los predios que describía.

Opuesto antes a la concertación de un préstamo con el BID por Madrigal, con su retorno enfrenta Jigüey y Aguacate con ingresos corrientes y extraordinarios. Estos últimos, cabe recordarlo, provenientes de los derechos cobrados por los consulados en el exterior. En algún instante las ciclópeas represas crearon presiones financieras y económicas. Aún con éstas ante sí, no se amilanó. Cuando se le decía que César de Miquel, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo le buscaría recursos multilaterales, rechazaba la oferta. Las multimillonarias estructuras debían surgir con fondos propios.

El reto retrata a Balaguer. Para levantar por doquier la infraestructura social de la que dotó al país, sin préstamos externos, generaba ahorro público. En los últimos diez años, en un intento de relanzar la economía, se valió de la posposición del pago de cubicaciones. No era procedimiento propio del estilo de los doce años. Le pareció un recurso para tiempos difíciles y lo aprovechó en sus últimos diez años. Aprovechó esta herramienta, lamentablemente, cuando se hallaba menos vigoroso y más dependiente. 

Antes de ello, no ejecutó actos de prestidigitación. Nunca sacó los conejos de un sombrero. Su arma, su razón, era el ahorro público que destinaba al gasto de capital, dando prioridad a las masivas construcciones.

Por eso, en el retorno, al hallar una economía pública endeble, se valió del truco de posponer, en cierta medida jugar, con el saldo de las cubicaciones. Le habría gustado el retorno a los días de la proporción dos a uno entre gastos de capital y gastos corrientes. Se sentía, empero, disminuido de capacidades físicas y entendió que éste era un pleito que no debía echar. 

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