RD: un caos mal organizado

RD: un caos mal organizado

El informe sobre Desarrollo Humano “República Dominicana 2008”, elaborado por el  Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), desnuda otro de los factores que impide desarrollarnos como un Estado organizado.

En términos de ordenamiento territorial, es inconcebible que once organismos del mismo Estado se rijan por delimitaciones regionales discordantes, hasta el grado de que hay puntos geográficos que figuran en dos y más delimitaciones cardinales. No hay manera, dice el PNUD con mucha propiedad, de valerse de estas delimitaciones caprichosas para articular una estrategia regional.

Las discrepancias en la regionalización territorial no son ajenas al modo caótico en que ha sido fraccionada la República Dominicana por parte de grupos políticos que desde el Congreso han creado demarcaciones a la medida de sus ambiciones clientelistas. El desorden en la regionalización ha sido una consecuencia del festival de creaciones de provincias y municipios  y del hecho de que se ha permitido que organismos subalternos del Estado desconozcan el ordenamiento territorial para acomodar a su antojo regiones y subregiones. Las consecuencias de este caos mal organizado son altamente perjudiciales para el crédito internacional del país y uno de los obstáculos más difíciles en materia de planificación del desarrollo.

La cura peor que la enfermedad

Hay que ponerle mucha atención a las advertencias del coordinador de la Comisión de Oficialías de la Junta Central Electoral, doctor José Angel Aquino Rodríguez, en cuanto a lo riesgoso que resultaría aplicar la ley 318-07, sobre Amnistía de Declaración Tardía. Nuestro país no es confiable en términos de documentación y una amnistía de este tipo podría prestarse para agravar aún más la situación en esta materia.

Uno de los traumas sociales más dolorosos de este país es el de la exclusión, el de la gente que “estᔠpero no “es” por carecer de documentación que la identifique y clasifique como ciudadano. Sin embargo, la solución de este problema tan grave no puede ser una amnistía que permitiría declaraciones tardías sin un mínimo de rigor. El país tiene que solucionar este problema de exclusión, pero debe hacerlo de manera estructural, recurriendo a medios menos riesgosos. La amnistía como cura podría resultar peor que la enfermedad.

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