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Tras reunirse privadamente y luego con funcionarios de alto nivel de ambas partes en el Palacio Nacional, el presidente Luis Abinader y el secretario de Estado EUA, Marco Rubio, dieron a conocer coincidencias de intereses llamados a guiar las relaciones entre los dos países hacia metas comunes. Fue notable la receptividad del visitante a lo expuesto por el gobernante dominicano sobre la situación de Haití y lo mucho que conviene que Estados Unidos continúe apoyando la pacificación del vecino país quedando, adicionalmente, descartado que Washington aspire a que República Dominicana reciba a los inmigrantes de otras nacionalidades que deporta, lo que consideró improcedente. El enfoque económico de las conversaciones sostenidas fue promisorio con Estados Unidos dispuestos a respaldar el aprovechamiento por los dominicanos de la inusitada riqueza de «tierras raras» detectada en gran cantidad en el territorio nacional. Favorable que Rubio resaltara la vocación de este país -que describió amistoso y seguro– para convertirse en un centro regional de comercio y que ingrese al desarrollo de la industria de los semiconductores haciendo provecho de su cercanía a Estados Unidos. La seguridad energética local, a la que Estados Unidos está decidido a colaborar, y los enfrentamientos exitosos al narcotráfico internacional, la corrupción y el crimen organizado en general, quedaron resaltados en este diálogo binacional. Admitida mutuamente la conveniencia de mantener alianzas en virtud de proximidades territoriales y de la recíproca condición de socios comerciales con productiva relación entre los dos pueblos tras la emigración dominicana haber establecido en Norteamérica a su mayor diáspora en el exterior. EUA es la principal procedencia de turistas que llegan República Dominicana, renglón clave de esta economía; y es desde allí que procede la mayor proporción de remesas, prioritaria fuente de divisas que no debe declinar. Aunque en la comparecencia de los dignatarios ante los medios de comunicación no se habló de la preocupación que causan las deportaciones de inmigrantes dominicanos hacia su nación, cabe presumir que el presidente Abinader abogó privadamente por un trato totalmente humanitario a sus compatriotas.
