Redescubriendo Los Tres Ojos

Redescubriendo Los Tres Ojos

La visita al parque Los Tres Ojos es una experiencia que todo habitante de la urbe de Santo Domingo debe tener.

El Monumento Natural Parque Los Tres Ojos se encuentra en el extremo este del Parque del Este, en Santo Domingo Este, y por el precio de cien pesos dominicanos se le permite el acceso a extranjeros y locales a las profundidades de este tesoro natural (los guías tienen su propia tarifa que oscila entre los 600 y 800 pesos). El recorrido bien puede hacerse en unos 20 minutos, en los cuales visitará no tres, sino cuatro lagos de agua dulce de diferentes proporciones, que se conectan entre sí.

Estos lagos se alimentan de un río subterráneo, el Brujuelas y en sus aguas hay peces, camarones y hasta tortugas. En ciertas rocas observará los petroglifos grabados por los taínos, quienes fueron los primeros explorar el lugar.

El parque tiene una extensión de 800 metros cuadrados y sus “ojos de agua” fueron descubiertos en 1901 por personas que venían a bañarse al lugar, según nos explicó nuestro guía, Ramón de la Cruz, con más de 30 años en el oficio. Fue un balneario público hasta el 1972, cuando se habilitó como parque turístico, ya que anteriormente la única forma de descender era a través de escaleras de madera, sogas o las raíces de los árboles. De hecho el único autorizado a bañarse es el “Tarzán dominicano”,

Bienvenido Cabrera, quien a sus 65 años todavía realiza unos clavados sorprendentes que son otra atracción del parque. Recorrido bajo tierra. Acompañados, descendimos cien pies bajo tierra y llegamos al primer lago: el Lago de Azufre, con aguas tan azules que producen un estremecimiento visual. “No tiene nada de azufre. El nombre nada más”, nos dice De la Cruz. Una mancha blanquecina en el centro de sus aguas parece ser la razón por la que se pensó que podía ser así. Pero ésta se debe al carbonato de calcio que transporta la roca que pende del techo (estalacmita) en las gotas de agua que se deslizan continuamente por ella. Este lago tiene una longitud de 63 metros, 27 de ancho y 4 metros y medio de profundidad.

De aquí pasaremos al Lago La Nevera, porque sus aguas son bien frías (entre los 16 y 20 grados). En él encontraremos la famosa barquita de cuerdas que por 25 pesos nos llevará a el Lago Los Zaramagullones y que a veces hay que suspender cuando el agua crece en temporadas de lluvia. El Lago Los Zaramagullones se llama así por una especie de pequeños patos que los jurones se encargaron de extinguir y no el cocodrilo que alimenta increíbles leyendas urbanas de buzos que jamás aparecieron.

Este lago, parecido a los cenotes de México, es el más grande de todos, con una longitud de 80 metros; 7 metros y medio de profundidad en una circunferencia perfecta y es el único que puede verse desde el exterior.

Para finalizar, tomaremos la barca de regreso y otra vez en tierra llegaremos al Lago Las Damas, el menos profundo (2 metros y medio), en el que antiguamente, y por las mismas razones, se bañaban mujeres y niños.

Son 455 escalones en la roca que vale la pena transitar… y no está de más decir que el parque cuenta con una abundante flora que incluye robles, pino, caoba, uva de playa, guayacán y copey, en cuyas hojas se ha convertido en una costumbre de los visitantes escribir su nombre, una forma de recordar que antiguamente los colonizadores las usaban cuando les faltaba papel.

En el parque también es posible adquirir piezas de artesanía y joyas de larimar y ámbar en un pequeño “gift shop” que hay a la entrada. El parque labora de 8:00 a. m. a 5:00 p. m. Le animamos a visitarlo y valorarlo.

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