Reacción exagerada

Reacción exagerada

PEDRO GIL ITURBIDES
El gobierno provisional de Haití roza la ofensa cuando llama para consulta a su jefe de misión en República Dominicana, si son ciertas las razones que se aducen. Se publica que este llamado se produce a propósito del asesinato de tres de sus nacionales. Se ha dicho que este condenable acontecimiento derivó de la extorsión al homicidio, y es impropio darle, a un crimen entre gente común, cariz de «asunto de Estado». Si el gobierno de Haití, como resultado de investigaciones realizadas por agentes de inteligencia conoce de otras causas, debe ofrecer esa información al Gobierno Dominicano.

Y con todo el derecho, solicitar el apresamiento y sometimiento de los acusados de un hecho que los dominicanos, primero que ellos, debemos repudiar. Pero llamar para consulta por un incidente particular, entre gente desavenida, es una ofensa innecesaria al Gobierno y al Pueblo Dominicanos.

Es comprensible que el gobierno vecino exprese preocupación por el triple asesinato de Pierre Willy, Dominique Gilbert y Paul Cinius. Después de todo, no fue un simple hecho de sangre, sino un homicidio con agravantes. Los tres muertos, luego de ser apaleados mientras dormían, fueron quemados. Este, sin duda alguna, es un hecho execrable, que debe ser condenado por toda conciencia moral. Pero de ahí a llamar al jefe de misión hay una distancia del cielo a la tierra. Salvo que Willy, Gilbert y Cinius fuesen agentes encubiertos de Haití, y ese gobierno tema que se hayan descubierto sus acciones.

Y esta suposición es inverosímil. Los tres ebanistas eran personas comunes y corrientes. Fueron parte de esa hornada que cruza la frontera en busca de una vida distinta a la que pueden alcanzar en Haití. Vienen tanto a satisfacer necesidades primarias, como buscando la tranquilidad que su país natal niega a todos sus hijos. Y fueron víctimas de un grupo de borrachos que, habiendo ingerido alcohol con los occisos, decidieron quitarles dinero. Al negarles éstos ese dinero, los acecharon y asesinaron de una forma tan cruel como horrorosa y condenable.

Pero de ahí a convertir un suceso particular en un «acto diplomático» hay un abismo que el gobierno haitiano jamás debió saltar. Tan extraño es el retiro para consulta, que una visita de un funcionario diplomático de menor rango al jefe de la policía dominicana era el paso recomendable. Si se sospecha que este suceso es parte del surgimiento de una conducta xenofóbica, debió visitarse al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores para expresar esos temores. En este último caso, debió actuar el jefe de misión, en cumplimiento de una disposición de sus superiores en Puerto Príncipe.

Lo peor es que esto ocurre cuando nuestro Canciller, Carlos Morales Troncoso, anda por el mundo pidiendo ayuda para Haití. ¡Qué contraste en las conductas diplomáticas! ¡Qué diferencias en las miras que nos tenemos, o debemos tenernos, a uno y otro lado de la frontera! Nuestro Canciller habla en una cumbre latinoamericana para que nuestros países, pero sobre todo los de mayor desarrollo relativo, ofrezcan medios para impulsar una vida mejor en Haití. En tanto eso ocurre, los haitianos llaman a su jefe de misión en Santo Domingo por un suceso inhumano, sin duda, pero intrascendente desde el punto de vista de los actos de ambos Estados.

Es por eso que a la mayor brevedad posible, el gobierno provisional de Haití debe externar las explicaciones de estilo al Gobierno Dominicano. Puede invocar, para satisfacción de todos los dominicanos que pretendemos un mejor destino para Haití, que se llamó a su jefe de misión para asunto diferente del que se ha dicho. Puede expresar que fue mera coincidencia el que se llamase a consulta cuando se descubría el asesinato de Willy, Gilbert y Cinius.

Puede, en fin, decir muchas cosas. Pero de no decirlas, se animará la imaginación de quienes piensan que subsiste el rencor nacionalista en funcionarios del vecino Estado.

Y nos negamos a pensar que este sentimiento prevalece a uno y otro lado de la frontera. Porque hemos de trabajar, a uno y otro lado, para hallar lo que no hemos tenido todavía: prosperidad, equidad, justicia plena y libertad real.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas