Reafirman que Horacio Vásquez y doña Trina no dejaron descendencia

Reafirman que Horacio Vásquez y doña Trina no dejaron descendencia

En Estancia Nueva, donde nació el ex presidente Horacio Vásquez, aún quedan vestigios de la que fue su casa nativa. En Tamboril perviven, además de la vieja residencia que fue su retiro al ser desterrado del poder, las imágenes de San Rafael y de la Inmaculada Concepción que él y su esposa doña Trina encargaron a España, las tumbas profanadas y un octogenario que fue su limpiabotas y que lo recuerda sencillo, callado, sentado a la orilla del río aconsejándole: “No peleen, no peleen”.

Doña Ilse Vásquez de Rodríguez, hija de Fausto Vásquez, un primo del ex jefe de Estado, nació al lado de la tierra que era de Horacio y no olvida las referencias que le hacían sus padres en torno al histórico personaje. “Ahí mismo nació él. Mi abuela mencionaba muchísimo a Ramona Lajara, decía que era bonitísima”, cuenta mientras señala el terreno en que se levantaba la vivienda donde el caudillo vino al mundo. “Don Luciano Rodríguez la compró y la dejó igualita, la derribaron años después”.

En lo que hoy es una inmensa plantación de plátanos se observan tablas y tarugos de madera, hierro de las aldabas, trozos de ladrillo, de hierro, pedazos de ollas y cuchillos que fueron de los Vásquez Lajara. Hilda Schott Michel, sobrina de Horacio, recorre el lugar con emoción patética evocando significativas fechas familiares. “Aquí plantó tío Horacio un roble, cuando era niño, y debajo de él se casó mamá en una época en que él andaba huyendo. Papá hizo las arras juntando realitos desde 1901 hasta el 13, que tenía guardados en un zapatito. Tío Horacio fue el padrino de la boda”. Hace poco fue derribado el árbol que Moca y sus alrededores conocieron como “el roble de Horacio”.

Ilse Vásquez escucha atenta el relato y añade datos a sus evocaciones infantiles. Alejandro Taveras, dice, era el colono, y Luciano Rodríguez el propietario de lo que fue la finca de los Vásquez. “¿Cómo va a ser que Horacio naciera en España?”, reacciona sarcástica. “Horacio era hijo de gente común y corriente, aquí no había reinado ni nada de eso. ¡Todo eso era de Horacio!”, exclama señalando las tierras.

En Tamboril

“Aquí en Tamboril nunca se oyó decir nada de eso, de que Horacio fuera un rey. Yo vivía más para allá y tenía trece años cuando le lustraba los zapatos negros, naturales, cerrados, con su taquito alto”, cuenta Darío Guareño, nacido en 1923. Recuerda en la vivienda a Marcelino Reyes, Toñita y doña Trina. A Horacio, cuenta, lo veía subir la loma en su caballo y recuerda la amistad del ex mandatario con Roselio Guzmán, que exhibió hasta en el trujillato un retrato del ex presidente destituido. “Era horacista y aquí en Tamboril le llevaba frutas. Tenía una manito ñeca, de una de esas revoluciones”.

En la iglesia San Rafael, por otro lado, todavía se aprecia el cemento recién removido de los dos mausoleos. El párroco, que dicen se llama Felipe Colón, no pudo ser consultado en torno a la exhumación y a la supuesta construcción de una cripta para los Reynoso González difuntos. El cura descansaba o dormía una prolongada siesta. “No tiene hora para levantarse”, informó un señor desde la persiana a medio abrir de la casa curial y una señora dijo que no se encontraba. La erección de la cripta, se supo, está en proyecto, pero temporalmente suspendida. Planchas de playwood y una alfombra cubren las tumbas de don Horacio, fallecido el veinticinco de marzo de 1936, y de doña Trina, quien murió el veinticinco de febrero de 1941, en Puerto Rico, víctima de un cáncer.

“Evidentemente que los movieron. Ahora hay que saber si estarán ahí los restos”, comprobaba doña Hilda al tiempo que alertaba a un empleado: “¡Dígale al padre que si permite que vuelvan a tocar esos huesos lo voy a meter preso!”.

La sobrina preferida

Doña Ilse Schott Michel viuda Oliva, mayor que su hermana Hilda, era la sobrina favorita del ex presidente. De niña la llevaban a la mansión presidencial, donde “Puchulo” Álvarez, “Jefe del Estado Mayor de tío Horacio”, la entretenía poniendo a funcionar una fuente, porque a ella le fascinaba el agua. Después visitaba al tío en la calle Mercedes, de Santo Domingo, “ya muy enfermo, casi no podía caminar, estaba operado de los riñones y apenas recibía visitas, en lo que le preparaban su casa de Tamboril”.

Hilda nació en 1922 por lo que es Ilse la de los recuerdos más lejanos del ilustre tío al que después encontraba en Tamboril, donde le bautizó como “Generalísimo” a uno de sus caballos. “Todos los años, en agosto, los visitaba. Le acompañaban tía Trina, Teresa y Claudina Moya, e iban siempre María Grieser, don José del Carmen Ariza y Binda Ariza, mi madrina, que fue su secretaria cuando él era Presidente”.

Las Schott Michel son hijas de Estela Michel Vásquez, sobrina de Horacio. “Tío Horacio vivió con mi abuela Eucdolia (Nena) Vásquez de Michel, porque su mamá murió cuando él todavía era soltero”, recuerda Ilse. El ex presidente es el padrino de Lothar (Boncho) Schott Michel, nacido el treinta y uno de agosto de 1920. “Tío Horacio quería que mamá se lo diera y papá se negó, porque él era el primer varón, entonces lo bautizó”, narra Hilda.

En las viviendas de los Schott Michel, el ex presidente y doña Trina no sólo están presentes en las mentes lúcidas de sus sobrinos sino en fotos, cartas, notas, muebles como el dos veces centenario sofá que fue primero de don Basilio, padre del ex gobernante, “que quiso que me lo regalaran a mí, cuando se ofreciera, como un regalo de él, que fue mi padrino. Es del matrimonio de mi abuelito Basilio y Ramona Lajara. En el 2005 cumplirá doscientos años”, explica Hilda.

Tuvieron dos hijos

La histórica pareja procreó dos hijos: uno murió antes de los nueve meses pues doña Trina se asustó cuando en una tempestad le cayó cerca un rayo, y el otro nació, pero murió dos días después, refieren las hermanas. La supuesta descendencia de los Reynoso González, alegan, es tan descabellada como irrespetuosa fue la exhumación. “Todo lo que esos señores dicen es mentira. ¿Cómo iba tío Horacio a pagar una enfermera a tía Trina si él murió primero? Nosotros íbamos todos los días con ella a pie, a rezar el rosario a la tumba de río Horacio”.

Para ellas, los González Reynoso son los reales usurpadores, expresan y alegan que su tío no dejó fortuna. “Dejó dinero en el testamento para Ángel Morales y se le entregó a Trujillo. La finca que heredó de su padre en Estancia Nueva, se vendió y el dinero se repartió entre sus sobrinos. La finca y la casa de Tamboril les quedaron a Toñita. Más nada. Tío Horacio era pobre, hijo de campesinos acomodados, tan honesto que cuando salió de la presidencia no tenía un centavo. Esa casa de San José de las Matas, era de los presidentes, del Estado dominicano”.

Entienden que los presuntos actuales herederos “están completamente equivocados”, por no decir otra cosa, “y no sabemos de dónde sacan esta historia. Tío Horacio y tía Trina ni siquiera cambiaron el carro, parecía prehistórico, fue el mismo que tuvieron al salir del poder hasta que murieron. Lo poco que tenían se dividió entre los Moya y los Vásquez”.

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