Realidad nacional, palingenesia y Toynbee

Realidad nacional, palingenesia y Toynbee

En su origen griego, palingenesia significa nuevo nacimiento. Es  renovación, regeneración o renacimiento, es  resurgir en el orden moral. Ilustres filósofos han ponderado diversas teorías, interpretaciones y posibilidades en torno a la palingenesia,  pero yo me aferro a Arnold Toynbee, el autor del  monumental Estudio de la Historia, quien tras analizar los procesos de veintiunas civilizaciones diferentes,  afirma que las civilizaciones  no se producen a consecuencia de clima, suelo o situaciones favorecedoras de progreso sino, por el contrario, por la voluntad de superar obstáculos. Y afirma que no estamos condenados a que la historia se repita una y otra vez, que el crecimiento de las civilizaciones  se produce a través de personas y minorías creativas y que la decadencia no es férrea ley (Vol. IV).

La República Dominicana requiere urgentemente un resurgir en el orden moral, una renovación, más aún, un nuevo nacimiento: una palingenesia.

 Lamentablemente nuestros gobernantes, legítimos o no, exceptuando a Juan Bosch, no han tenido el coraje de crear y acoger una minoría creativa como la que mencionaba Toynbee para, con ella,  inducir  e incentivar una palingenesia, un nuevo nacimiento.  Trujillo, con todo lo monstruoso que latía en él, quiso efectuar y efectuó cambios fundamentales en la endeble República que tomó en 1930. Movido por su megalomanía: sí. Impulsado por su ambición monumental que se alimentó con esperanzas  erradas de ilusos  y ambiciones de personajes inescrupulosos: sí. Pero, no obstante produjo un cambio  que, si maligno, permitió transformaciones que pudieron haber sido mejor utilizadas por quienes vinieron después. Y no lo hicieron. De Trujillo se copió todo lo malo, aunque con nuevos disfraces.

De repente nos encontramos en una República Dominicana irreconocible, llena de intranquilidades ciudadanas, de riquezas extravagantes de unos pocos (que ya no son tan pocos por las permisividades oficiales, los salarios descomunales y la impunidad que  ha desbordado sus antiguos límites) y por otro lado el agobio del ciudadano común.

Y uno está que no sabe qué creer.

Las denuncias, las acusaciones de actuaciones criminales, ya sean relativas a hechos  de sangre y muerte o relativas a malandrinadas de bajo, mediano o alto nivel, son desmentidas, perdonadas y olvidadas en la gran mayoría de los casos.

No obstante la comprobación de la veracidad de las denuncias realizadas por el valeroso senador Wilton Guerrero con respecto a la impunidad que cubre el narcotráfico, destapándose con la matanza realizada en  Baní, que movió denuncias diversas y muestran que el hórrido negocio de las drogas abarca prácticamente todo el país, no obstante la reconocida veracidad de lo que señala el Senador Guerrero, su reciente denuncia de que una avioneta había lanzado drogas prácticamente junto a la Base Naval de Las Calderas, en Baní, resulta ahora que la Marina y la Fuerza Aérea afirman que el senador “se confundió”, que se trataba de una avioneta militar que realizaba ejercicios.

 Reitero que la República Dominicana requiere una urgente limpieza moral, un nuevo nacimiento.

 Una palingenesia.

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