Los que tenemos la oportunidad de vivir por muchas décadas, hemos tenido varios Papas. En mi caso, desde Pio XII, Juan Pablo II, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI hasta Francisco, que hace apenas días abandonó este mundo.
En tal ocasión, toda la humanidad y, en especial, los católicos lamentamos profundamente la ida del Papa Francisco. Un guía del que no hay que abundar mucho, porque lo conocimos por sus frutos. Predicó y actuó como lo demandaban las circunstancias.
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No vaciló un minuto en implorar por la unidad, el amor, la humildad, el respeto y la solidaridad. Sin embargo, son muchas las personas que, aun no siendo católicas, me preguntan sobre lo que sucederá durante este período hasta la escogencia del nuevo pontífice. Por lo que me permito ofrecer algunas informaciones que considero pertinentes:
La cúpula de la iglesia con su sabiduría y experiencia acumuladas, tiene en sus manos la decisión de designar al nuevo Papa, aplicando los métodos democráticos que rigen para tan importante decisión.
La Iglesia Católica, para nombrar un nuevo Papa de forma democrática, cuenta con los máximos responsables que se denomina Colegio Cardenalicio, de los cuales no todos pueden votar en función de que algunos cuentan con más de 80 años, aunque imagino que sí pueden opinar o dar consejos al respecto.
Pero mientras se tome la decisión de designar el nuevo Papa, el vaticano entró desde este lunes en lo que se denomina “Sede vacante”, tal como ocurre cuando se produce la muerte o incluso la renuncia del Santo Padre.
Este término de vacante puede ser usado también ante la ausencia de cualquier obispo, pero al tratarse del Papa tiene mayores implicaciones, cuyo procedimiento se define en una ley de alto rango del derecho canónico que fue expedida por Juan Pablo II en el año 1996.
La que establece, entre otros aspectos, pero de manera tajante, que la muerte del pontífice deja sin cabeza a la Iglesia Católica y que nadie puede asumir sus funciones ni potestades. Y deja también sin funciones a los que ocupan cargos dentro de la iglesia.
En ese sentido, el Colegio de los Cardenales es quien asume el liderazgo de manera colectiva, aunque sus poderes son limitados, ya que no les está permitido realizar cambios ni establecer reglas.
Estos se encargan solamente de asuntos que se definen como ordinarios o inaplazables. Porque su función primordial, en este momento, es la elección del nuevo Papa. Hay incluso un Artículo que establece «Vacante la sede nada debe innovarse».
Otra figura importante dentro de la Iglesia, es el denominado “Camarlengo”, quien asume un papel preponderante durante el periodo vacante.
Es el cardenal que se encarga de constatar la muerte del Sumo Pontífice y sellar su estudio y su habitación y quien asume la tarea de liderar la organización del funeral del difunto Papa, el cónclave y la transición al nuevo papado.
Como me sugirió un estimado amigo: El Papa Francisco hizo su trabajo. Cumplió con la misión que el Espíritu Santo le encomendó.
Su memoria será imborrable. Su estilo marcó un hito. La humanidad y los católicos lo recordaremos como a otros grandes Papas.
Ahora esperemos con esperanza, fe y entusiasmo el nuevo Pontífice.