República Dominicana es uno de los países más corruptos de Iberoamérica, esa práctica la podemos palpar durante la campaña política; podemos ver personas en los alrededores de las filas de los votantes, ofreciendo una porción de dinero para favorecer y asegurar a un candidato que gane una posición municipal, congresual, o llegar a la posición de presidente del país. Lo increíble es, que esas mismas personas que compraron la dignidad de muchos ciudadanos, ahora ocupan una posición para administrar los bienes del Estado dominicano.
Días atrás, fue publicado en uno de los periódicos de nuestro país, que el gobierno aprobó entregar 1,200 millones de pesos a esos mismos partidos que ejercen la extorsión y la usurpación para apoderarse del poder; esos mismos partidos, son los mismos que por generaciones han engañado al pueblo dominicano, han fabricado un monumento a la pobreza, a la corrupción y a la falta de institucionalidad. Además, esta suma de dinero no se justifica, y más en un país donde la campaña política es totalmente viciada, de forma pública a los votantes se les ofrece dinero, comida y posiciones; es la forma como la mayoría de los alcaldes, regidores, congresistas y presidente llegan a ocupar las posiciones para supuestamente administrar los bienes del Estado.
El campo dominicano por generaciones ha sido descuidado, la educación está politizada y es muy cambiable, el sistema judicial está viciado, la corrupción ha sido incorporada en la cultura del dominicano, la política se ha convertido en un sistema de negocio e ingreso rápido y seguro, la seguridad ciudadana es frágil y peligrosa; observando este contexto sociopolítico, si nos respetamos, debemos llegar a la conclusión que la entrega de esos millones a los partidos políticos es la materia prima para seguir fortaleciendo la corrupción y la destrucción de nuestra débil democracia.
Entendiendo este cuadro sociopolítico, no creemos, tampoco apoyamos, que el dinero del Estado y del pueblo, sea entregado a los partidos. En la actualidad existen tres sistemas fundamentales: el basado en aportaciones privadas, el que se nutre únicamente de los recursos del Estado; el tercero es el mixto, que combina ambas fuentes de ingresos. Proponemos que los partidos políticos sean sostenidos financieramente por donaciones y aportes personales, mejor dicho, por aportaciones privadas.
Realmente es una trampa, una trampa amparada bajo una ley, y una ley creada por las mismas personas que llegaron al poder con el dinero del Estado, comprando la dignidad de un pueblo sufrido y engañado. Creemos firmemente que debemos modificar esa ley.