A partir de esta fecha circulará en el país una cantidad de dinero extraordinariamente alta, comparada con la misma época de 2012, que ya empezó a dinamizar el comercio desde el 29 de noviembre, cuando las ventas del “viernes negro” estuvieron influidas, sin duda, por la expectativa de la pronta entrega de la regalía pascual. El monto a circular este mes por el Gobierno es de 50,000 millones de pesos, de los que aproximadamente 9,500 millones corresponden a la regalía pascual de los servidores y pensionados de la administración pública. El resto, unos 40,500 millones, corresponde a inversión en obras y otros conceptos.

Solo el monto destinado por el Gobierno este año al pago de la regalía pascual supera significativamente la cantidad que pagó el año pasado por el mismo concepto, que fue de poco más de 7,000 millones de pesos. El año pasado no hubo erogación tan cuantiosa, si es que la hubo, por otros conceptos, como ocurre este año. Es previsible que, en virtud de este golpe de circulante, la próxima entrega de miles de millones de pesos por concepto de regalía pascual en el sector privado, más los pagos pendientes de nóminas laborales en ambos sectores, la actividad económica y comercial del país tenga durante diciembre un desempeño extraordinario, en relación con situaciones similares de años anteriores. También será extraordinario el correspondiente desempeño en el orden fiscal.

MAL MOMENTO PARA DEBILIDADES

La paz del país está bajo amenaza de una delincuencia desafiante, afirma el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, que remata la expresión con una reiterada queja sobre la debilidad de la Justicia. Afirma que la Policía somete a peligrosos criminales y la Justicia los liberta “de una manera espantosa”. Quizás sea oportuna una corrección: lo de la delincuencia no es amenaza, es una ofensiva tan contundente como dolorosa ha sido la muerte de Maiki Núñez Lara, de apenas dos años, ocurrida en Baní, en un asalto que desalmados perpetraban contra su madre.

El momento no es para debilidades. Policía y Justicia tienen que llegar a un punto de coincidencia para lograr que la acción de una institución se complemente con la de la otra. La sociedad está en peligro y desprotegida, y eso no tiene justificación por ninguna parte. Hay que lograr que cada institución desempeñe efectivamente su función.