Rebeliones de vecinos

Rebeliones de vecinos

Las juntas de vecinos siempre han sido muy útiles para las comunidades. El “ajuntamiento” o ayuntamiento es el embrión del “sector público”, la matriz de la autoridad general del Estado. En épocas como la nuestra, de apogeo de la delincuencia y de impunidad programática, las juntas de vecinos resurgen con funciones policíacas. En los barrios periféricos de un montón de ciudades, no se podría sobrevivir sin los “comités de vigilancia” creados por vecinos de dichas urbanizaciones. Algunas “deficiencias” de munícipes y alcaldes, han sido corregidas por juntas de vecinos que destapan cloacas, fumigan cañadas o recogen basura. En Santiago, ciertas juntas han actuado para controlar conductas vandálicas de emigrantes indocumentados.

Pero no era fácil imaginar que las juntas de vecinos pudieran enfrentar bandas de narcotraficantes. Es lo que ha ocurrido en Michoacán, donde una banda llamada “Los templarios” controlaba los empleos y las mercancías, con poder “de vida y muerte” sobre los habitantes de esa región. México es un país objeto frecuente de noticias ingratas porque allí “aparecen” cadáveres mutilados por docenas, hombres y mujeres. A veces los encuentran tirados en las calles; en ocasiones en camionetas, unos encima de otros. Estas muertes se atribuyen a guerras entre pandillas de narcotraficantes. Los poderes del Estado son incapaces de enfrentar a los cárteles de las drogas.

Sin embargo, un grupo decidido de ciudadanos bravos, que se armaron debidamente, logró poner a raya a “Los templarios”. Las autoridades gubernamentales mexicanas decidieron “apoyarlos” o “controlarlos”, para que no se estableciera una suerte de “diarquía”, o régimen doble de autoridades civiles. Cuando gobernaban “Los templarios” esa “diarquía” era bien visible, mucho más injusta y atropellante, que después de la intervención de las juntas de vecinos. La reacción desesperada de la sociedad provocó la alarma que no disparó la hegemonía de los narcotraficantes.

Los “narcos” no son inexpugnables. Lo que los hace poderosos es la complicidad con policías, jerarcas militares y políticos. Por eso, cada cierto tiempo, algún “experto” nos dice: “estamos perdiendo la guerra contra el narcotráfico”. Los políticos hacen lo que les da la gana: en Ucrania, en México, España, Cuba, Haití, Siria, Venezuela, RD; la próxima “rebelión de vecinos” será contra los abusos de los partidos políticos.

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