Recapitulando a Olga

Recapitulando a Olga

M. DARÍO CONTRERAS
Los que emitimos opiniones en los medios de comunicación masiva, con la intención de informar u orientar a la ciudadanía, tenemos un deber ineludible de hacerlo con responsabilidad, respetando la veracidad de los hechos y hacerlo en forma imparcial y objetiva.

La desgracia en vidas humanas y propiedades ocurrida con el paso de la tormenta Olga por el desagüe súbito de las aguas del embalse Tavera-Bao, ha originado diversas opiniones y juicios sobre un evento que no podemos dejar que se escurra por debajo de la puerta. Como es de esperarse, los que militan en parcelas políticas contrarias al presente gobierno han visto una gran oportunidad para aprovechar la ocasión y endilgarle ribetes criminales a la acción   o inacción   de los responsables del manejo y operación del embalse del complejo hidroeléctrico Tavera-Bao.

Creemos que los hechos demuestran que hubo negligencia, por lo menos, de parte de los que ordenaron la apertura de las seis compuertas del vertedero de la Presa de Tavera en el momento en que lo hicieron, ya que se violaron las disposiciones contenidas en el Instructivo o Manual de Operación de Emergencias del Complejo Tavera- Bao-López-Angostura,   copia del cual poseemos con fecha de revisión de julio 2004.

En dicho manual está claramente establecido que en caso de tormentas y huracanes que amenacen el territorio nacional, se deberá iniciar 48 horas antes de que el fenómeno toque el territorio, el desagüe controlado del embalse, vertiendo un caudal de 500 metros cúbicos por segundo (m3/s), o unos 132,000 galones de agua por segundo. De haberse iniciado el domingo 9 de diciembre el descenso del embalse, a razón del caudal estipulado en el instructivo de emergencia citado, se hubiera logrado amortiguar completamente la crecida inducida por la mencionada tormenta, en vez de haberse mantenido un caudal de apenas 100 m3/s   lo que corresponde al caudal requerido para accionar las dos turbinas hidroeléctricas de Tavera. Se prefirió aprovechar la generación eléctrica y arriesgarse con las consabidas consecuencias en pérdida de vidas y bienes, lo que ocasionó que el embalse alcanzara, según las declaraciones de las autoridades competentes, la cota 327.65 m, o unos 15 centímetros por encima del nivel máximo de operación de las turbinas, permitiendo que el embalse creciera 2.56 metros desde el domingo 9 al martes 11.

Con el paso del huracán David el nivel máximo de las aguas alcanzó en Tavera la cota 330.28 m y un caudal máximo de vertido de 2,300 m3/s y «la presa no estuvo en ningún momento en condiciones críticas de seguridad», según una declaración pública emitida por la Administración General de la entonces Corporación Dominicana de Electricidad en El Caribe el 14 de septiembre de 1979. Por lo descrito, todo luce que las autoridades encargadas de la operación del embalse Tavera-Bao entraron en pánico cuando lo sorprendió, el martes 11 en la noche y la madrugada del miércoles 12, los crecientes caudales originados por las intensas lluvias de la tormenta Olga y decidieron abrir simultáneamente las seis compuertas del vertedero, contraviniendo el protocolo establecido en el Manual de Operación que indica la apertura gradual de la compuertas de dos al mismo tiempo, y así sucesivamente hasta completar la apertura de las seis compuertas.

Alguien con autoridad insistió en no verter siguiendo el protocolo establecido para el manejo de emergencias, quizás pensando que el agua vertida, sin pasar por las turbinas, era un derroche, minimizando además el peligro que ofrecía la tormenta anunciada. Esto no es solamente un error de apreciación, sino también una violación a un manual que ha sido el fruto de experiencias y conocimientos acumulados, diseñado con la mente lúcida, para que rija cuando se presenten situaciones de emergencias y nuestro juicio se encuentra afectado por la posible inminencia de un desastre que pende de nuestro accionar. Lo ocurrido con la tormenta Olga demanda medidas correctivas y disciplinarias ejemplares como un justo tributo a los muertos y damnificados del río Yaque del Norte.

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