Recesión, déficit y default

Recesión, déficit y default

POR: LUIS H. VARGAS
En 2005, la realidad de la continuidad de la fase recesiva del ciclo de los negocios, la profundización de la inestabilidad de las variables macroeconómicas y la caída estatal en la triple cesación de paga de deuda con acreedores extranjeros, tenedores de títulos de la banca central y negocios eléctricos desmiente rotundamente la ruidosa campaña gubernamental del PLD, con silencio cómplice del FMI, de la supuesta conquista de la recuperación “milagrosa” de la economía, la estabilidad de las cuentas interiores y exteriores y el cumplimiento al día de las obligaciones financieras.

En tal sentido, la reciente publicación estatal del sorpresivo “Resumen ejecutivo desempeño de la economía dominicana 2005”, dando cuenta de la falsa consolidación del “proceso de recuperación iniciado a partir de la segunda mitad de 2005” (sic), no pretende otra cosa que ocultar la verdad del incremento anual de menos de 2,0% del producto bruto interior -PBI- mediante la difusión de la mentira de la expansión de 9,3% de dicha producción, a los fines de justificar tanto la errática gestión monetaria de la gobernación del Banco Central como la nefasta ejecución de políticas neoliberales por parte de la presidencia de Fernández.

Aunque la tecnocracia del Banco Central manipula cada vez más, de forma descarada, las informaciones económicas y financieras nacionales, cualquier mínimo análisis, con carácter objetivo, sobre el comportamiento de las actividades productivas, en especial de los valores agregados reales y nominales de los sectores de comunicaciones, comercio, manufactura, agropecuaria, construcción y hoteles, bares y restaurantes, arroja, sin lugar a dudas, la conclusión de que la economía doméstica se encuentra todavía en etapa de  recesión.

Por ejemplo, entre 2004 y 2005, según las autoridades bancario-centrales, el sector de las comunicaciones registra un salto espectacular de ponderaciones de 11,41% a 13,24% con respecto al PBI, gracias al increíble aumento anual logrado de 26,8% real o 32,1% nominal. En términos reales o nominales, tales participaciones equivalen respectivamente a los valores añadidos de 823,9 millones de pesos y 1044,7 millones a precios de 1970, por un lado, o 88 mil 691 millones y 117 mil 144 millones a pesos corrientes, por el otro. De ahí el grueso aporte del incremento del producto de comunicaciones de 32,9% al acrecentamiento del PBI en 2005.

Pero, como bien dijera en innumerables ocasiones el líder primero del PRD y luego del PLD de que “el cojo y el mentiroso no llegan lejos”, repasemos las cifras apuntadas, en vista a determinar la operación de falsificación de las informaciones llevada a cabo por la banca central. En primer lugar, la inflamación inaudita del valor agregado del sector de las comunicaciones resulta ser mayor que el valor de las ventas obtenido por todas las empresas, por caso 117 mil 144 millones de pesos  con relación a 32 mil 340 millones en 2005. Este disparate de calcular la parte o valor añadido por casi 3,6 veces más que el todo o el ingreso bruto, nada más ha sucedido una vez en la historia económica internacional: durante la gobernación de Valdez en enero de 2006.

En segundo lugar, la subida  del valor nominal de las ventas de las compañías de comunicación en 2005 con respecto a 2004 computó cerca de 2 mil 880 millones de pesos o 9,78%, lo cual desenmascara la vulgar mentira propagandeada del ascenso de poco más o menos 28 mil 450 millones de pesos o 32,1% del valor agregado sectorial. Esta tontería de publicar un crecimiento del  monto del valor añadido igual a casi 10 veces el monto del valor mercantil sólo ha ocurrido una vez en la historia económica mundial: durante el gobierno de Fernández en febrero de 2006.

Y, en tercer lugar, según datos publicados por Verizon sobre sus operaciones en 2005, esta empresa mantiene su predominio oligopolista en el negocio de comunicaciones, dado que acapara sectorialmente cerca del 61,0% de las ventas totales, el 70,0% del valor agregado, el 68,0% de las contribuciones a Indotel y el 60,0% del Impuesto Selectivo al Consumo -ISC- y el Impuesto a las Transferencias de Bienes Industriales y Servicios -ITEBIS-. En otras palabras, estas informaciones dan cuenta que el producto bruto comunicacional habría que bajarlo de las nubes de 117 mil 144 millones de pesos y  hacerlo rodar por el suelo de poco más o menos 13 mil millones de pesos, es decir un bajón del estratoférico 13,2% del valor agregado nacional al achatado 1,5%.

En resumidas cuentas, la práctica deshonesta de soplar la vejiga del PBI, en procura de vender bien las gestiones del Banco Central y el gobierno central y, más aún, justificar las reeleciones respectivas del gobernador y el presidente, distorsionan el sistema de cuentas nacionales, al grado que la demanda de consumo interior aparece escalando al techo, en vez de caer en picado a causa del galope del desempleo laboral, por el foete de los bajos precios de bienes consuntivos importados y altos precios de derivados petrolíferos, y del recorte impuesto a los gastos sociales para traspasar tales recursos a la cancelación, con atrasos, de las obligaciones internacionales y nacionales.

Desde 2004 hasta 2005, la suba vertical del valor de las importaciones gravables de 3 mil 618 millones de dólares a 5 mil 298 millones, o sea un aumento de nada más y nada menos que de 47,0%, rebotó en una baja pronunciada del déficit en cuenta corriente de balanza de pagos de 1 mil 88 millones con signo positivo a 240 millones con signo negativo, lo cual refleja claramente que la plataforma de producción criolla se hunde en el pozo de la improductividad nativa y la incompetitividad foránea, en tanto y cuanto la administración de gobierno del PLD y Fernández aplica una política de sobrevaluación cambiaria que abarata mercaderías importadas y encarece bienes y servicios de exportación.

Como muestra de este proceso de desmantelamiento de la planta industrial y la plantación agraria, basta indicar que en 2005 el balance comercial de República Dominicana con Estados Unidos  estampó por primera vez cifras rojas ascendentes a 105 millones de dólares, después de haber tabulado superavit durante muchos años anteriores, como el de 169 millones en 2004. Se estima que ste desplome de las transacciones mercantiles apunte a empeorar en el futuro próximo, a partir de la puesta en vigencia del acuerdo comercial RD-CAFTA, toda vez que la tasa de productividad dominicana es inferior a la estadounidense y la tasa de inflación de República Dominicana es superior a la de Estados Unidos..

En realidad, el déficit en cuentas corrientes con respecto al PBI en 2005 no es de -0,80% como alegan las autoridades de la banca central, sino que es mayor de -3,20%, si se toma en consideración una serie de cuentas pendientes de liquidación a corto plazo. Por igual, las autoridades del gobierno central se equivocan sobre el déficit del sector público consolidado contra el PBI cuando informan que representa no más de 3,6%, con conocimiento de que sobrepasa 4,68%, si se computa una lista de impagos de gastos, tales como los acumulos de pasivos con la compañías de energía.

A pesar de que el gobierno de Fernández ha firmado un convenio Stand-by con el FMI para contar con un creciente ingreso neto de capital a préstamo, a través de la refinanciaciación de pagos por parte de organismos multilaterales y la reprogramación de vencimientos con institutos bilaterales y bancos comerciales, y, también, ha conseguido la aprobación congresional de dos paquetazos fiscales para percibir un cuantioso tributo primordialmente indirecto, en verdad, el año pasado, el servicio de deuda exterior inscribió un retraso de más de 200 millones de dólares y el compromiso de paga inmediata de obligaciones pendientes de las empresas distribuidoras de electricidad con las empresas generadoras pasó de 400 millones a 650 millones de dólares, correspondiendo a las empresas estatales la mayor cuota de esta suma.

La treta del gobierno central de desinflar el ingreso impositivo comprometido con el pago de deuda pública e inflar el correspondiente egreso en amortización de capital y honra de intereses, afín de exceder el superavit primario comandado por el FMI y, en consecuencia, disponer de más fondos fiscales para la reelección presidencial, se tradujo en un rotundo fracaso, en razón de que el Estado cayó en default al no lograr liquidar   totalmente el monto de servicio de adeudos acordado hasta el 31 de diciembre de 2005 o, lo que es igual, incurrir en acumulación de atrasos de paga por más de 6 mil 800 millones de pesos.

Asimismo, la maniobra del Banco Central de bajar articialmente la tasa de cambio con el objetivo tanto de engordar la panza fiscal de la presidencia de la República, en base a la poda de las partidas presupuestadas de transferencias corrientes de la admininistración gubernamental al consumo de energía eléctrica y gas licuado de petróleo -GLP-, terminó también en gran fracaso, a causa de que el Estado no pudo evitar caer en default al reconocer acumulo de impagas de adeudos contraídos con empresas energéticas por cerca de 8 mil 500 millones de pesos.

A estas cesaciones de pago de deuda estatal a acreedores internacionales y negocios energéticos hay que agregar la referente a tenedores de títulos emitidos por el Banco Central, a causa principal de la acumulación ficticia de reservas internacionales líquidas. Entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2005, las autoridades monetarias emitieron valores en circulación por un montante equivalente a 49 mil 840 millones de pesos, de los cuales la cuantía acreditada a certificados de inversión por concepto de recompra de pesos erogados a raíz de compra de dólares y de conversión de intereses impagos en nuevos títulos totalizó más de 50,5%.

Por consiguiente, el principal motivo del vuelo del valor de los papeles editados por el Banco Central radica ya en el abultamiento de reservas internacionales para mantener artificialmente a raya la tasa cambiaria de pesos por dólar y no en en la bola de nieve de financiación ilegal iniciada en 2003, a partir de la bancarrota de tres bancos múltiples.

Este negocio capaperro de comprar dólares para acumular reservas, a cambio de recibir rendimientos por casi 4,0%,  y de vender certificados para represar pesos, a costa de pagar intereses cercanos a 17,0%, no hace más que aventar la burbuja de valores en circulación hasta arribar al monto impagable de 153 mil 917 millones de pesos, a la fecha reciente del 3 de marzo. Esta caída en default del Estado se confirma por medio del acrecentamiento sorprendente de dicho valor en 13 mil 713 millones o 9,78% en tan sólo los dos primeros meses de este año.

Finalmente, hay que reconocer que el coro neoliberal oficialista ha pasado de lo ridículo a lo patético al cantaletear cada día la recuperación milagrosa de las actividades económicas, cada hora la estabilidad macroeconómica y cada minuto el progreso de la nación, a sabiendas de que la triada recesión económica, déficit de cuentas internas y externas y cesación de paga de deuda estatal explica en gran medida el caos de miseria popular, quiebra empresarial y violencia implacable que arropa al país.

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