Aunque los economistas nunca hemos sido muy buenos previendo el futuro, muchas señales y muchos factores inducen a pensar que la economía mundial entrará en recesión, probablemente el próximo año. Y eso, además de preocuparnos por la suerte de nuestros familiares y compatriotas que están en los países más desarrollados, nos hace pensar en los efectos que provocaría sobre la economía local.
Y esos efectos son habitualmente muy negativos, aunque puede haber algunos positivos (suelen bajar los combustibles y las tasas de interés). La mayor parte del impacto negativo es normalmente por una menor demanda de nuestras exportaciones, menor flujo turístico y menos remesas.
Pero no es ese el tema de este artículo. Quiero referirme a todos los aportes que hacen los migrantes a nuestra sociedad.
Sí es sabido que la República Dominicana es un país exportador e importador de migrantes: lo que pasa es que exporta más que los que importa: se estima que los extranjeros representan cerca del 6% de los que vivimos aquí, pero al mismo tiempo más del 20% de los dominicanos viven en el exterior, incluyendo descendientes de primera generación. Si bien la mayoría en Nueva York, otra parte sustancial dispersa por otros estados norteamericanos y países europeos y de otros continentes.
Respecto a nuestros compatriotas en el exterior siempre nos asaltan sentimientos encontrados: por un lado, el dolor de ver alejarse una parte de nuestra sociedad, familiares y amigos, generalmente en busca de oportunidades que no pudimos ofrecerles, con el consecuente proceso de desintegración social; pero por otro, la oportunidad de verlos como fuente de ingresos para hogares y comunidades y para la economía como un todo.
Casi todo el mundo cree que, en términos económicos, el único aporte son las remesas. Es mucho más que eso. Entre las partidas que se registran en la balanza de pagos, su aporte está contenido principalmente en tres cuentas:
La primera y más conocida es la de transferencias unilaterales a familiares y relacionados, que es lo que comúnmente conocemos como remesas. Por esa vía el país recibió el año pasado unos US$6,500 millones, aproximadamente el 8% del PIB
Otra importante fuente es el turismo, pues recordemos que para los fines de la contabilidad económica, lo que se diferencia no es entre dominicanos y extranjeros, sino entre residentes del país y residentes del exterior. En este caso, cualquier dominicano ausente juega como si fuera extranjero. Aproximadamente 1 de cada 7 turistas que nos visitan son dominicanos, 950 mil personas en el 2018, los cuales aportaron unos US$850 millones adicionales.
Otra partida en la balanza de pagos es la llamada inversión “extranjera” directa, pues muchos dominicanos invierten aquí en viviendas y otras propiedades. En este último caso no ha sido posible cuantificar el aporte, pero es probable que sumados los tres superan los ocho mil millones de dólares, o un 10 por ciento del producto.
Y todavía quedan otras, de mucho más difusa determinación, principalmente inversiones financieras: dinero que ingresa como depósitos al mercado financiero, procedente de nuestros compatriotas en el extranjero y contribuyen al desarrollo y la estabilidad macroeconómica del país. Y quién sabe si, entre los adquirientes de los propios bonos del Gobierno algunos son también dominicanos.
Si esto lo hacen los propios emigrantes, es posible que también muchos residentes en el país, de las remesas que reciben, no todo sea consumo, sino que dedican una parte a realizar inversiones inmobiliarias, negocios urbanos, fincas y cualquier otro tipo de actividad económica, pero eso no consta en la balanza de pagos, pues es una transacción interna. Pero todos estos efectos nos vinculan directamente con la marcha de la economía mundial.
Incluso hay aportes adicionales de los migrantes pues, aunque inicialmente no parezcan económicos, pueden terminar beneficiando la economía, dado que nuestra diáspora también se convierte en vía de exportación de nuestra cultura, música, tradición culinaria, alegría y valores que, al final, también se traducen en efectos económicos, contribuyendo incluso a que el país pueda exportar bienes y servicios que de otra manera no exportaría.